0-1, minuto 86: Barreiro. Cotntragolpe por la izquierda, Sergio Pérez no es capaz de atajar el centro de Raúl García y deja el balón muerto para el remate de Barreiro.

Amonestó a Ruper (minuto 15), Einar (minuto 21), Raúl García (minuto 35), Vélez (minuto 50), Toti (minuto 84), Barreiro (minuto 87) y Goitia (minuto 91).

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Miranda de Ebro - El alavesismo seguirá disfrutando de la Copa al menos durante una ronda más, la que se celebrará en diciembre ya ante un equipo de Primera División. Para conseguir esa clasificación hubo de sudar lo suyo el cuadro albiazul en un duelo vecinal contra el Mirandés que, como cabía esperar, fue de los más trabado. El fútbol brilló por su ausencia en Anduva, donde nunca hay facilidades para que el balón se mueva con comodidad. Pero supo adaptarse el equipo de Alberto a las circunstancias para sentenciar su clasificación en los minutos finales en una conexión entre sus tres mejores jugadores sobre el césped. Juanma, Raúl García y Barreiro tocaron el balón en una de las pocas jugadas hilvanadas en todo el partido y el gallego se aprovechó del fallo del guardameta local para poner el balón en la red y al Alavés en dieciseisavos.

Jugar contra el Mirandés en Anduva requiere de una capacidad de concentración que no tiene parangón con ningún otro encuentro de la categoría de plata. Las particulares características del campo rojillo y el carácter guerrillero de su inquilino propician que el fútbol que allí se practica en poco se parezca al que se desarrolla en estadios de mayores dimensiones y contra equipos de superior calidad técnica. El juego a ras de césped brilla por su ausencia, el balón va de área a área a toda velocidad surcando el aire y se toca más el esférico con la cabeza que con el pie. Aquí el fútbol tiene bastante poco de balompié, pero sigue siendo fútbol al fin y al cabo. Aunque en no pocas ocasiones parezca más una batalla, y bastante cruda, que un partido.

En Anduva olvidarse del guión que hay que interpretar es pecado mortal y el Alavés supo adaptarse al escenario desde el primer segundo. Con Rafa García y Manu García aportando centímetros y contundencia en el doble pivote y Barreiro arriba como faro al que dirigir los balones en largo, el equipo de Alberto al menos no se vio sorprendido por las armas de un rival muy directo en su juego buscando a Urko Vera y con un Emilio Sánchez extraordinariamente motivado.

Como siempre en este campo, el partido se convirtió en un ida y vuelta permanente. Como si fuese un partido de tenis, con los espectadores girando la cabeza alternativamente para ver el vuelo del balón. No sufrió en exceso el Alavés con este estilo que en tan poco responde el perfil que ha mostrado a lo largo de todo el curso. Seguro en el eje de la zaga y sin dudas a la hora de quitarse el peligro de encima cuanto antes, el problema vino en la ofensiva, donde no se dominaron las segundas jugadas que tan importantes son en estos compromisos. Vélez, Juli y Toti no fueron capaces de leer el juego para secundar las acciones en las que Barreiro se imponía por arriba y eso dio de sí un equipo excesivamente romo que tuvo su mejor ocasión en un remate dentro del área del delantero gallego que se fue por poco desviado pero que el colegiado hubo de haber anulado por mano. En el lado positivo de la balanza durante la primera parte cabe destacar que Goitia apenas sufrió.

En la segunda parte los corsés futbolísticos se fueron descosiendo con el paso de los minutos y la aparición del descanso y la rigidez inicial dio paso a un correcalles cada vez más abierto en el que el Mirandés se mostraba muy cómodo pero con el que apenas conseguía inquietar a una zaga albiazul tremendamente sólida en el eje, aunque con sufrimiento en una banda derecha en la que sufrió mucho un Medina al que se le notó la falta de actividad.

Al Alavés se le vio falto de ideas, incapaz de hacer algo positivo con el balón más allá de la línea del centro del campo aparte de las constantes subidas de un incombustible Raúl García, imparable para los rojillos. Todo cambió cuando en el minuto 76 Alberto echó un vistazo al banquillo para comprobar que allí se encontraba su particular especialista en descifrar los partidos más enredados. Juanma saltaba al campo con menos de un cuarto de hora por jugarse y el extremeño volvía a abrir el libro gordo de Petete. Calma, templanza, unos cuantos regates en corto y amenazadores balones a la espalda de la zaga. Y con ese punto de tranquilidad el Alavés encontró el gol en la enésima subida de Raúl García, rematada por un Barreiro que vio premiado su enorme derroche.

Poco fútbol. En Anduva y ante el Mirandés el estilo de juego cambia por completo. El cuadro rojillo apuesta por un fútbol muy directo en el que prima el desplazamiento en largo por alto y el terreno de juego se adapta a la perfección a ese estilo al que los rivales también tienen que acoplarse como hizo ayer el Alavés.

Acierto al final. No disfrutó el Alavés de grandes oportunidades, pero cuando el partido se encaminaba hacia la prórrogale enésima internada por la banda izquierda de Raúl García tuvo premio gracias al balón muerto que el guardameta del Mirandés dejó a placer para el gol de Barreiro.

El lateral izquierdo es uno de los mejores jugadores del Alavés en el arranque del curso y ayer dio toda una exhibición en Anduva dando al final la asistencia de gol a Barreiro.

El vizcaíno llevaba semanas fuera del equipo por culpa de una lesión muscular y le costó bastante en su regreso al equipo, sufriendo mucho para cerrar la banda derecha.

Sólido y solvente. No es fácil encarar un partido en Anduva por las características particulares del juego del equipo local y del campo, pero el Alavés estuvo muy enchufado durante los 90 minutos y apenas se le contabilizaron errores en zonas comprometidas. La entrada de Juanma al final resultó determinante y el gol de Barreiro llegó en una de las pocas ocasiones que se generaron.