Vitoria - La solidez defensiva ha sido el gran caballo de batalla del Deportivo Alavés a lo largo de toda la temporada y llegado el último tramo de la misma parece que el conjunto vitoriano ha encontrado su particular Santo Grial. El problema es que esa ansiada cualidad de la que el bloque albiazul ha carecido a lo largo de casi todo el curso ha llegado excesivamente tarde, aunque de mantenerla en los cuatro partidos que quedan por delante dependen las últimas esperanzas de permanencia que le quedan al Glorioso. En cuanto los errores groseros se han reducido a la mínima expresión -la excepción es el segundo gol de la Ponferradina-, el Alavés ha crecido varios enteros y se ha mostrado como un conjunto capaz de ganar a cualquiera de sus oponentes. Al rebajar la elevada cifra de goles encajados y, sobre todo, al regalar muchas menos oportunidades, la eficacia ofensiva ha sido más determinante. Y eso a pesar de que en las últimas jornadas el ritmo goleador de este equipo se ha visto sensiblemente rebajado con respecto a versiones anteriores que eran mortíferas arriba pero que a la vez carecían de seguridad atrás.
El cuadro alavesista es uno de los mejores de la categoría en cuanto a goles encajados en las cuatro últimas jornadas, ya que Iván Crespo, una de las claves en esta recuperación, solo ha recibido tres tantos. La cifra se ha rebajado notoriamente con respecto a partidos precedentes, ya que en los seis partidos anteriores el conjunto vitoriano se había llevado dos dianas por comparecencia. Así, los cinco goles marcados ante Recreativo, Mallorca, Ponferradina y Deportivo han servido para conseguir siete puntos de los doce que se han puesto en juego. Una eficacia bastante superior a la de etapas pasadas, cuando los puntos volaban a pesar de que la capacidad goleadora del equipo era mayor.
Tras unos primeros partidos en los que Alberto volvió a sufrir los mismos problemas que con anterioridad se llevaron por delante a Natxo González y Juan Carlos Mandiá, el técnico irundarra parece haber dado con la tecla de la solidez. El cambio en la portería ha servido para ganar varios enteros, ya que Crespo aporta una seguridad que Goitia no transmitía. Los cambios en los laterales, con Óscar Rubio y Raúl García, han potenciado el rendimiento de la zaga -Medina y Nano eran superados con excesiva facilidad, aunque en el caso del vizcaíno al menos lo compensaba con sus peligrosas subidas-, mientras que en el eje de la defensa Samuel se encuentra en estos momentos a un gran nivel y Jarosik se mantiene en los registros de todo el curso.
Por primera vez en lo que va de año, y tras múltiples variantes, los nombres de los integrantes del aparato de contención se repiten una semana tras otra y esa continuidad de los defensas ha servido para que los automatismos del engranaje se engrasen y funcionen mucho mejor. Especialmente importante en este sentido ha sido la mejoría en las últimas semanas de un Samuel que una vez superadas sus molestias físicas se ha erigido en el jefe del cuarteto, ya que es un futbolista que habla mucho sobre el césped y ordena el trabajo de toda la línea.
La aportación de Beobide y Manu García en las labores de destrucción y la presión desde la vanguardia son las claves de una solidez que viene marcada por un derroche físico brutal que está marcando sobre todo los finales de cada partido. Y es que la gasolina da de sí para lo que da y el depósito de los jugadores tiene una capacidad limitada. Por esa razón en los minutos finales de cada encuentro se está viendo un equipo que rebaja su intensidad y que necesita de la aportación en positivo de los cambios para mantener el mismo nivel de esfuerzo que le permite atenazar a sus oponentes.
La solidez defensiva ha llegado tarde, es evidente, pero al menos aún a tiempo para mantener vivas las opciones de salvación. Con cuatro jornadas aún por disputarse, las matemáticas aún conceden opciones bastante reales al conjunto vitoriano. Pero para que los números sigan cuadrando la obligación es mantener los errores garrafales alejados, muy alejados. Seguir dando pasos en la mejoría atrás es una necesidad innegociable, ya que de dejar la portería a cero dependerán en buena parte las opciones del Alavés de salvarse en los cuatro compromisos ligueros que aún quedan por delante.