Nuevo error. Presentó un equipo trufado de elementos ofensivos y dio entrada a Guzmán después de sus inexplicables ausencias ante el Mallorca y la Ponferradina, pero con la entrada de Luciano en los minutos finales como tercer central por Guzmán se equivocó. Tantas unidades defensivas en tan poco espacio terminaron por sembrar la confusión y con ella la falta de concentración en el gol.
vitoria - La conjura que en los días previos había sellado el alavesismo para no rendirse ante el todopoderoso Dépor, el líder de la categoría que ayer visitaba Mendizorroza, surgió y funcionó durante 89 minutos, pero en el suspiro final, cuando toda la parroquia albiazul e incluso los propios jugadores tocaban con los dedos de la mano la victoria, un despiste defensivo en la zaga, el enésimo en lo que va de campaña, dio al traste con todo. El mazazo noqueó al alavesismo y el sueño de poder firmar un resultado que podría haber acercado un poco más el milagro de la permanencia se esfumó entre el disgusto y la resignación de una encomiable afición que despidió a su equipo entre aplausos. Pocas veces este año un empate ha sido reconocido como ayer, algo que fue posible sencillamente porque los jugadores, de principio a fin, interiorizaron el mensaje que la semana pasada cubrió varios puentes de la capital alavesa y llenado otras tantas páginas de periódico; el mismo que ayer se afanaba en repetir a la conclusión un graderío orgulloso: "El Glorioso nunca se rinde".
A falta de cuatro partidos para el final de Liga, la situación después del empate de ayer es agónica y las cábalas hacen ver que aunque matemáticamente aún no hay nada decidido, la salvación pasa, como mínimo, por ganar tres de esos partidos, empezando por el correoso Lugo, al que el Alavés visitará la semana que viene. Llegarán después Eibar, Numancia en casa y Jaén. Casi nada.
Pero eso será ya otra historia. El epílogo de la de ayer, un drama, se escribió a partir de renglones de sangre y sin anestesia, cayendo donde más duele en el fútbol, que suele ser en esos minutos de la basura donde una parte del cerebro de los jugadores ya está camino del vestuario. Sólo así puede explicarse cómo el gallego Borja Bastón fuera capaz de rematar absolutamente libre de marca en el área del Alavés, cuando en esos momentos poblaban esa zona hasta cuatro defensores albiazules, entre ellos un falto de ritmo Luciano, que había sido la opción equivocada de Alberto para dar aire a un equipo exhausto. A estas alturas del campeonato y a la vista de partidos como el de ayer, uno se pregunta qué fue de un tipo como Jaume... Sea como fuere, esa falta imperdonable de concentración la aprovechó el conjunto gallego como acostumbra, siempre esperando el fallo rival y rematándolo después con una calidad exquisita. Lo lleva haciendo toda la temporada y ayer no fue una excepción.
Hasta entonces, el encuentro había resultado soporífero, fiel al discurso que ambos técnicos habían dibujado en la previa. Alberto dio entrada por fin a Guzmán por banda derecha y a Emilio Sánchez en línea de tres cuartos, intuyéndose ahí una pose inicial que invitaba al optimismo. Y por ahí fueron avanzando los minutos. Con mucho fútbol control, mucho miedo a perder la pelota y un tanteo desesperante que apenas se tradujo en ocasiones claras de gol por parte de ninguno de los equipos. Solo Manu García, en el minuto 12, llevó el uy a la grada con un nimio remate de cabeza que apenas inquietó a Lux. No hubo más. El Alavés no llegaba con claridad arriba y el Deportivo nunca quiso estirar las líneas. Prefirió dormir el partido en la medular e instaurar un lamentable frontón que únicamente Guzmán pudo perforar sin mucho éxito en alguna ocasión. Así se llegó al descanso.
Sin cambios en la reanudación, ninguno de los dos equipos varió su pose inicial, si bien, quizá por lo que se estaba jugando, los gallegos fueron poco a poco ensanchando el terreno de juego, lo que provocó, casi, su perdición. En uno de esos lances ofensivos, el Alavés recuperó un balón en el centro del campo, avanzó por banda y lo cedió a Borja Viguera en el pico del area, que en una jugada de la casa dejó sentados a dos defensores para batir a media altura a Lux, que nada pudo hacer ante el certero golpeo del punta. Eso ocurrió en el minuto siete de la reanudación, con un estadio que explotó de alegría y enarboló la bandera del alavesismo como nunca. Pero el partido a partir de ahí se hizo muy largo. Vázquez quemó todas sus naves metiendo dos torres arriba y Alberto reaccionó con Luciano como tercer central, un cambio erróneo que no funcionó y que coloca al Glorioso al bordel abismo.
Falta de concentración. Volvió a hacer gala el Alavés de la misma, y buena, solidez defensiva que mostró ante el Recreativo, sin embargo un imperdonable despiste defensivo en el minuto 89 echó por la borda todo el trabajo anterior, complicando sobremanera la permanencia en la categoría.
El acierto de Viguera. Si el equipo continúa vivo a estas alturas del campeonato es gracias, entre otras cosas, al acierto goleador de Borja Viguera, que ayer volvió a marcar luego de una jugada individual fantástica.
Factor 'Mendi' La afición no falló y acudió en masa al campo con una de las mejores entradas.
Incombustible durante los 90 minutos se volvió a mostrar el mediocentro vasco en su labor de creación, contención y sustento del equipo junto al otro pulmón que es Manu García.
No es tolerable que el que se presume es jugador clave en la transición defensa-ataque cometa tantas pérdidas e imprecisiones por partido, una carencia demasiado habitual esta temporada.
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1-0 (m. 52) Borja Viguera, en fantástica acción individual en el área, reganteando a dos defensores del Dépor.
1-1 (m. 89) Borja Bastón remata dentro del área libre de marca.
Amonestó a Manu García (minuto 33), Toti (minuto 42), Samuel (minuto 56), Tejera (minuto 66) y Ion Velez (minuto 90) por parte del Alavés; y a Juan Domínguez (minuto 41) e Insua (minuto 85), por parte del Deportivo.
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