Vitoria. La parroquia alavesista vio colmado su particular vaso de la paciencia en el partido contra el Jaén. Una imagen lamentable, una derrota vergonzosa y unas sensaciones pésimas fueron el cóctel de ingredientes hace apenas ocho días en Mendizorroza y si bien ayer el equipo tuvo una actitud bien diferente, lo cierto es que la afición albiazul hizo patente su enfado con el nulo fútbol y el escaso rendimiento del equipo en una segunda parte en las que las protestas fueron en aumento. Primero contra Javier Zubillaga, después contra Nano y finalmente contra Juan Carlos Mandiá por unos cambios que casi nadie en el campo entendió. Los aficionados alavesistas, por lo general pacientes y comprensivos y más dados al ánimo en los malos momentos que al reproche, ya están cansados de la pantomima. Después de mucho callar, Mendizorroza se hartó.
El primer blanco de las iras fue el director deportivo, una figura que se encuentra claramente en entredicho por culpa de una confección de la plantilla errónea a todas luces. Así como el año pasado fue capaz de construir una plantilla solvente gracias a la capacidad económica del club, los dineros se han convertido este curso en un problema. Y, para colmo, ninguno de los fichajes llamados a ser relevantes ha sido capaz de aportar algo positivo. Y para cerrar el círculo, ha transcurrido ya más de medio mes de enero sin incorporación alguna. Al grito de ¡Zubillaga dimisión!, frase que también aparecía en alguna pancarta en la grada, la parroquia alavesista expresó públicamente su desagrado con el trabajo del máximo responsable de la parcela deportiva. Un caso extraño, cuanto menos, ya que es difícil encontrar ejemplos de una afición que haya cargado contra el director deportivo.
Más habituales son los silbidos a los entrenadores y Mandiá ha agotado el vaso de la paciencia excesivamente pronto. Que nadie entendiese los cambios cuando la necesidad de ganar era urgente es grave. Los tres hombres más ofensivos que había sobre el césped, al banquillo. Puesto por puesto, sin variar el dibujo ni quitar el corsé a un equipo que cada vez practica un fútbol menos alegre y es inofensivo.
Con Josean Querejeta y Alfonso Fernández de Trocóniz con gestos de enorme preocupación y tensión en el palco, la grada también tuvo su ración de protestas contra el jugador que es el centro de las críticas, un Nano que recibió silbidos al contacto con el balón y que simboliza el fracaso de este equipo.