vitoria. Con cara de tontos. Y con un enfado monumental. Así se marchaban los parroquianos alavesistas ayer de Mendizorroza tras asistir a un pase de película de terror por parte de su equipo. No le sobran al Glorioso puntos como para ir regalándolos. Pues nada, que no espabila este equipo. A los errores habituales defensivos se le unió ayer uno de esos episodios que se hacen incomprensibles entre profesionales. Una falta, protestas y un rival que aprovecha el despiste generalizado para sacar rápido, sorprender al Alavés y marcar con total placidez un gol que puede valer su peso en oro en el futuro. El presente dicta que el Jaén disfrutó de una venganza servida en un plato helado para llevarse tres puntos que le aportan la misma tranquilidad que se le escapa como agua entre los dedos a un conjunto vitoriano que no es capaz de enderezar su rumbo por culpa de sus tendencias completamente suicidas.
Planteó Mandiá la misma alineación titular que en Soria, pero cualquier parecido en el arranque en la actitud con respecto a dicho partido era mera coincidencia. Y es que el Alavés sacó a relucir su versión más apática y tibia, la de un equipo que durante muchos minutos vagó sobre el césped sin alma, como absorbido por la niebla que comenzaba a tragarse Mendizorroza. Ante tan escasa oposición de un rival incapaz de controlar el balón y que también se olvidó por completo de la presión, el Jaén disfrutó de la posesión y comenzó a hurgar en las inmediaciones del área de un Crespo muy seguro en sus intervenciones. Sobre todo a través de jugadas a balón parado incidió el equipo de Manolo Herrero.
Tampoco fue capaz el cuadro jiennense de sacar partido a varios de esos errores de bulto que cada día regala este Alavés. Un resbalón por aquí, un choque entre compañeros por allá, un balón mal despejado por acullá... La historia de siempre, aunque en esa primera parte de absoluta oscuridad futbolística esos fallos no acabaron reflejándose en el marcador, ya que tras su buen arranque el Jaén replegó líneas y cedió espacios a un cuadro local que, tras algo más de veinte minutos, se dio cuenta de que tenía que cambiar de versión para tratar de sacar un resultado positivo.
Y es que al equipo vitoriano le costó despertar y recuperar ese estilo que Mandiá quiere imprimir. Cuando se vistió la pinturas de guerra y encontró la creatividad a través de la diestra de Emilio Sánchez, comenzó a acercarse con sensación de peligro al área visitante. Eso sí, sin conseguir ningún remate de peligro y volviendo a evidenciar que con el sistema 4-1-4-1 y con Borja Viguera solo en punta el rendimiento ofensivo baja muchísimos enteros y el riojano se encuentra absolutamente perdido, todo lo contrario que cuando actúa acompañado. Es ahí cuando se vuelve letal. Sin incorporación de los mediocentros -Beobide y Emilio no son grandes llegadores-, la única ayuda llegaba por parte de Vélez.
error de viguera Tras el paso por vestuarios, se dio cuenta definitivamente el cuadro albiazul que tenía que irse a por la victoria y en apenas diez minutos se encontró con un nuevo penalti forzado por Vélez en una internada que Cruz cortó con la mano. Pero, desgraciadamente, en esta ocasión Viguera no acertó con la pena máxima. Adivinó René que el lanzamiento iba a ir a su derecha y fue capaz de despejarlo, pero ese golpe moral no pareció afectarle a un Alavés que redobló sus esfuerzos ante un oponente que a cada minuto perdía metros para pertrecharse en torno a su área. Así, en una gran combinación por la derecha, Vélez abría el marcador.
Se había hecho lo más difícil, pero la alegría duró poco más de un minuto. En una nueva falta, Jona ejercía de goleador en un difícil remate tras ganarle la partida a Ortiz. Ya había avisado en varias ocasiones el conjunto andaluz, que tras haberse echado descaradamente atrás era capaz de reaccionar al bofetón recibido poco antes. Ahí sí que se vino abajo un Deportivo Alavés que ya comenzó a buscar acciones a la desesperada, un extremo que nunca suele traer buenas consecuencias. Así y todo, tuvo su ocasión de nuevo en los pies de un Viguera ayer obtuso como nunca. Erró el riojano cuando tenía todo para marcar y el cuadro albiazul se acabó descerrajando un tiro en la sien propia. Partido en dos, incapaz de contener las salidas del rival, con uno menos tras expulsión de Luciano y con una acción final tan absurda que a todo el alavesismo se le quedó ayer cara de tonto.