Vitoria. La guerra dialéctica que desde hace más de un mes mantienen abierta el Deportivo Alavés y el Athletic de Bilbao a causa de las actuaciones de los representantes del club rojiblanco en Álava vivió ayer un nuevo episodio. El encargado de salir a la palestra fue el máximo responsable de la entidad vizcaína, Josu Urrutia, quien, por primera vez públicamente, dio un tirón de orejas a sus empleados al entender que su manera de proceder en el conflicto del fútbol base alavés no ha sido la más adecuada. Considera el presidente del Athletic que antes de emprender las acciones que llevaron a cabo en forma de envío de una misiva a los padres de los niños a los que querían captar para su escuela deberían haber informado y consensuado el plan de actuación con los rectores de Ibaigane. Eso sí, en poco más que una reprimenda se quedó el discurso de un Urrutia que tiene claro que el proyecto de futuro de su club tiene que seguir pasando por mantener su presencia a lo largo y ancho de Euskal Herria para tratar de controlar a los mejores futbolistas que entran en su política de captación de jugadores.
Todo se inició a principios del pasado mes de octubre, cuando el Alavés denunció las llamadas por parte de los responsables del Athletic en Álava a jugadores que se encuentran en clubes convenidos con la entidad del Paseo de Cervantes, en este caso, del Aurrera. La denuncia de estas acciones vino acompañada por una carta a los padres de los jugadores en las que se acusaba al conjunto albiazul de no haberse preocupado nunca por la cantera con unas palabras y un tono del todo inadecuado. Esa misiva encendió la chispa y el incendio se propagó con la ruptura de relaciones entre los dos clubes, que fue propiciada por el Alavés al no encontrar respuesta por parte de Urrutia a lo que entendía como un ataque directo a su trabajo.
El silencio del presidente del Athletic ha sido una constante hasta que ayer el máximo mandatario rojiblanco por fin se mojó. Una llamada al orden a sus empleados, evidenciando que no le ha gustado cómo se inicio el conflicto, pero ninguna disculpa al Alavés, que sigue esperando explicaciones.
"Lo que hemos transmitido a los empleados del club es que entendemos que la gente no se tiene que otorgar responsabilidades que no le competen y, lo mismo que he repetido muchas veces, hay siempre, en el apartado deportivo y en el institucional, profesionales que están por encima con los que se puede consensuar, plantear o sugerir cosas antes de hacerlas a la ligera y así se lo hemos dejado ver", señaló ayer Urrutia, que desveló que no ha tomado ninguna decisión en firme con los responsables del fútbol base de su club en Álava y que si se llegan a tomar se realizarán en el ámbito privado.
política inamovible Donde, como era de esperar, no se mueve de su trinchera el presidente rojiblanco es en la política de trabajo de su club. Su base de operaciones es bien conocida en el planeta fútbol y no la va a cambiar ahora que también en Álava ve entorpecido su trabajo de captación por el actual deseo de El Glorioso de culminar esa pirádime del fútbol base provincial que lleva años perfilada pero que nunca antes había conocido tantos pasos adelante en su construcción, sobre todo desde la suma a su estructura del Aurrera. Precisamente en ese convenio con el club de Puente Alto, histórico convenido del Athletic, hay que encontrar la raíz del conflicto, ya que su pérdida fue muy dolorosa para la entidad de Ibaigane.
"Entiendo al Alavés y está en su derecho de entorpecer la labor del Athletic, pero somos un club que se nutre en Bizkaia y en Euskal Herria y así va a seguir siendo porque así nos lo pide nuestra afición", señaló un Urrutia que ya anteriormente había dejado claro que nadie ajeno a su entidad iba a marcar los movimientos de futuro de un Athletic que ya ha encontrado en Amurrio una segunda base de operaciones en Álava -la otra se sitúa en Oion- para el funcionamiento de sus escuelas de tecnificación.