Vitoria. Los expertos médicos lo definen como breves episodios de alteración del estado de conciencia y actividad anormal en el electroencefalograma pero, sin embargo, el Deportivo Alavés ha sido capaz de dar con una nueva acepción para las crisis de ausencia. En su caso, la ausencia obligada de uno de sus puntales en el tramo inicial de la temporada le ha provocado un progresivo y grave descenso en sus prestaciones, una importante caída en el volumen y calidad de los resultados obtenidos, la paulatina pérdida de la confianza y la aparición, en su fase inicial, de un peligroso cuadro nervioso. En definitiva, un diagnóstico más que preocupante para el que necesita dar con la medicación adecuada de inmediato.

Y, como sucede con las vacunas, quizás el remedio se encuentre en el mismo virus que originó el mal. El ausente en cuestión no es otro que Ion Vélez, quien tras comenzar a sentir molestias en las horas previas a la visita albiazul a Anduva se ha perdido los cinco últimos encuentros de Liga y el duelo de Copa del Rey ante el Girona. En ese tiempo, el equipo únicamente ha sido capaz de sumar una victoria (precisamente contra el Mirandés en la primera de todas estas citas) y el nivel de su juego ha ido retrocediendo hasta llegar al gris oscuro del momento actual.

Pues bien, si no surgen contratiempos inesperados en los próximos días, esta larga separación podría llegar a su fin este fin de semana. El jugador navarro se encuentra ya en condiciones de trabajar con normalidad junto al resto del grupo y, en principio, estará a disposición de Natxo González para recibir al líder en Mendizorroza.

Un regreso que el técnico vitoriano espera a buen seguro como agua de mayo, porque la aportación de Vélez al equipo mientras estuvo sano rozó el sobresaliente y en estos delicados momentos se antoja más necesaria que nunca. Bien es verdad que resultará muy complicado que el mediapunta exhiba en su vuelta el mismo nivel de excelencia del que disfrutaba cuando se vio obligado a parar pero no lo es menos que su contribución no se medía únicamente en términos de calidad futbolística.

Porque al margen de su mayor o menor acierto con el balón en los pies, lo que siempre ofrecía el futbolista navarro era una intensidad máxima durante los noventa minutos. Característica esta que se viene echando de menos en las últimas comparecencias del Glorioso y que necesita recuperar como el comer porque solamente sobre esa piedra angular podrá reconstruir el proyecto de equipo sólido, con garra y fiable que comenzó a esbozar en los compases iniciales del curso.

En cualquier caso, el de Ion Vélez no deja de ser un capítulo más de los muchos que está escribiendo en la presente temporada el Deportivo Alavés relacionados con las lesiones. Tras ser uno de los más destacados del equipo -y uno de los pocos fichados en verano que correspondía a la apuesta del club al incorporarlo ofreciendo el nivel que se esperaba- en las ocho primeras jornadas del campeonato y estrenar su cuenta goleadora en el choque contra el Hércules, unas molestias le impidieron ser de la partida en Anduva. Inicialmente, el primer diagnóstico del club hablaba de un par de semanas de convalecencia por una pequeña microrrotura en el bíceps femoral. Al final, la recuperación se ha alargado hasta algo más de un mes y su ausencia ha pesado mucho. Su regreso, debe marcar un nuevo punto de inflexión en la trayectoria del equipo.