gasteiz. Diez, diez, diez, diez. Una cifra que resuena como un martillo neumático en la cabeza de Natxo González. Un número que habitualmente se relaciona con la perfección pero que, en esta ocasión, dista mucho de acercarse a ella. Y es que este dato lo que refleja es el número de goles encajados por el Deportivo Alavés en los cinco últimos encuentros de Liga, dando como resultado una devastadora media de dos tantos recibidos en cada una de las citas.
Una estadística inasumible desde luego para cualquier conjunto que aspire a tener opciones de alcanzar su objetivo a la conclusión de la temporada y mucho más aún para El Glorioso, que debe luchar por consolidar su puesto en la categoría de plata y que desde que el técnico vitoriano asumió el timón del banquillo siempre ha construido sus proyectos sobre los cimientos de la solidez defensiva.
Sin embargo, en este ansiado regreso al fútbol profesional, esa solvencia parece haberse evaporado como por arte de magia. Si cierto es que prácticamente en ningún momento desde que arrancó el curso el equipo ha podido mostrarla -de hecho únicamente en una de las once jornadas disputadas hasta la fecha ha conseguido mantener su portería a cero-, más todavía lo es que en el último mes los problemas se han agudizado de manera evidente.
Como no podía ser de otra manera, esta circunstancia ha provocado una importante preocupación en el cuerpo técnico albiazul. Porque lo cierto es que aunque el balance de puntos conseguidos -sobre todo gracias al espectacular momento de inspiración por el que atraviesa Borja Viguera- no es especialmente malo (siete sobre los quince posibles), todos son conscientes de que resulta prácticamente imposible mantener este nivel de acierto ante la portería rival durante mucho tiempo. Y el hecho de encajar siempre dos goles obliga a notables esfuerzos adicionales para buscar un resultado positivo.
Todo ello ha empujado a Natxo González a emprender una búsqueda intensiva de la solución para esta peligrosa sangría defensiva que, desgraciadamente, hasta el momento se ha revelado infructuosa. Porque pese a que el preparador albiazul ha probado con muy diversas variantes, lo cierto es que ninguna ha sido capaz de poner coto a la hemorragia de goles encajados.
De hecho, el conjunto vitoriano ha presentado defensas diferentes en sus cinco últimas comparecencias ligueras. O, lo que es lo mismo, ante Alcorcón, Hércules, Mirandés, Barcelona B y Zaragoza. Al margen del guardameta Iñaki Goitia, únicamente dos de los integrantes de la parcela defensiva han sido titulares en todas esas citas. Se trata en concreto del lateral derecho Óscar Rubio y del central Alex Ortiz. Ahora mismo, ambos parecen insustituibles en los esquemas de Natxo González.
En cambio, surgen bastantes más dudas en cuanto a la identidad de los elegidos. Hasta la sexta jornada, los más habituales eran Luciano y Manu García. Sin embargo, en la séptima -la visita a Alcorcón que concluyó con derrota albiazul por dos goles a cero-, el técnico optó por variar el sistema para jugar con tres centrales dando entrada en el once inicial a Jarosik. Una semana después, sin embargo, deshizo el movimiento para superar al Hércules en Mendizorroza (3-1) con la zaga más repetida.
Pese al triunfo y a que se trató del partido de esta serie en la que El Glorioso ha encajado menos goles, González volvió a cambiar en el siguiente compromiso (Mirandés 2-Alavés 3). Así, Pepe Mora ocupó el puesto de Luciano en Anduva. Sin embargo, debió retirarse lesionado en la primera parte y le suplió Jarosik. Frente al Barcelona B, de nuevo Luciano se convirtió en el complemento de Alex Ortiz en el eje de la zaga, sin poder impedir ninguno de los dos los tres goles blaugranas.
Por último, el pasado sábado en La Romareda, Natxo emprendió una pequeña revolución en busca de una seguridad que tampoco llegó. De esta manera, Manu García fue relegado al banquillo y el lateral izquierdo pasó a manos de Nano mientras que también Jarosik desbancó a Luciano. En definitiva, muchas combinaciones que, sin embargo, no han logrado todavía dar con la tecla adecuada. Un acierto, que no puede demorarse mucho más en el tiempo.