Vitoria. Viguera provocó el chispazo y el Deportivo Alavés reaccionó. Exactamente igual que hace siete días en Mendizorroza frente al filial del Barça, donde sus dos goles metieron al equipo en el partido. Entonces no sirvió de nada. Ayer, en La Romareda, resultaron clave en el empate conseguido. Un punto que supo a gloria pero que sin embargo esconde una peligrosa rutina: la excesiva dependencia que el equipo comienza a tener de Viguera. Porque de nuevo con un marcador desfavorable al descanso, el guión volvió a repetirse: balones a Viguera y punto. Así llegaron otros dos goles del ariete riojano, que a estas alturas de la temporada ya lleva ocho y que certifican dos evidencias. Una, que su concurso en el once titular es indiscutible. Y dos, que el cuerpo técnico albiazul, léase Natxo González, debe acometer cuanto antes un plan con garantías que ataje la sangría defensiva que está lastrando al equipo jornada tras jornada. Porque encajar once goles en los últimos cinco partidos, sin duda, es una declaración de intenciones muy peligrosa. Si el Alavés no cambia cuanto antes esta alarmante tendencia es seguro que sufrirá al final de temporada.
Así y todo, el desenlace ante el Zaragoza dejó otra lectura, que cabe interpretarse como positiva. Y es la capacidad de sufrimiento de un equipo que parece sentirse cómodo en este escenario. Una suerte de chip intrínseco a la plantilla que en casos como el de ayer ayudan a comprender lo sucedido tras una desastrosa primera mitad. "Teníamos que intentarlo hasta el final porque sabíamos que con esa actitud, que nunca nos va a faltar, llegaría la recompensa", reconoció en esta línea Borja Viguera tras la conclusión del partido.
Viguera, 'on fire' A esa actitud también se refirió el propio González, satisfecho con la reacción de su equipo tras el descanso pero sobre todo con la ambición demostrada a pesar de las circunstancias. "El de hoy (por ayer) es un punto más, un punto de confianza para saber que somos capaces de sumar fuera de casa y creernos que al final seremos lo que queramos ser", valoró en rueda de prensa el técnico vitoriano. Un mensaje el suyo, de confianza, que en cualquier caso ha de venir acompañado de una revolución táctica que no se antoja fácil como es la de mudar el actual registro defensivo hacia uno acorde a la categoría por una cuestión, casi, de pura probabilidad. Porque a pesar de que Borja Viguera se encuentre on fire, no todos los días saldrá al rescate.