Vitoria. Avisar, esperar y ejecutar. El Deportivo Alavés ha sido el que ha llevado la voz cantante en el proceso de apenas dos semanas que ha conducido, definitivamente, a la ruptura de relaciones institucionales y deportivas con el Athletic. Una decisión histórica que pone fin a varias décadas de entendimiento. Tras amenazar el pasado sábado 12 de octubre con medidas drásticas tras sentirse los mandatarios de la entidad del Paseo de Cervantes menospreciados en una carta redactada por los responsables rojiblancos en Álava, Josean Querejeta ha estado esperando una rectificación procedente directamente del despacho de la presidencia de Ibaigane. Hasta ayer. La única contestación dada por Josu Urrutia ha sido la callada. Un silencio absoluto a cualquier tipo de requerimiento, ya fuese telefónico o por escrito. De modo que no podía esperarse mucho más cuando desde el primer momento se tomó la amenaza como "gajes del oficio" que el club rojiblanco tiene que asumir por su particular forma de trabajar en la captación de jóvenes talentos. Así, al Deportivo Alavés se le agotó ayer la paciencia e hizo pública la ruptura de las relaciones con el club bilbaíno, señalando, eso sí, directamente al propio Urrutia como máximo responsable de un final que, en todo caso, tampoco es definitivo.
acusaciones e insultos "El Deportivo Alavés, ante la actitud mantenida por la junta directiva del Athletic Club, presidida por el señor Don Josu Urrutia, en relación a la carta enviada por las personas que dicen representarle en el Territorio Histórico de Álava a las familias de niños pertenecientes de sus clubes convenidos, en la que se contienen gravísimas acusaciones, e insultos contra el propio club y sus dirigentes, ha tomado la decisión de a partir del presente momento proceder a la ruptura de todas las relaciones de índole institucional y deportivo con el Athletic Club", señala el su primer párrafo el comunicado albiazul.
Esperaba el Alavés una respuesta, al menos una explicación desde hace días, pero viendo que no llegaba ni se le esperaba optó por tirar por la calle de en medio a través de una ruptura que resulta tan sonora como, a la postre, escasamente relevante en el día a día del club. Y es que, como venía sucediendo hasta la fecha, cada club seguirá trabajando en su respectiva parcela, con la única novedad de que a partir de ahora el trato entre las partes, al menos a nivel público, no va a resultar nada fluido más allá de que seguramente existirá trabajo de fontanería para tratar de reconducir las relaciones.
En este sentido, ya hay quien critica en privado el marcado carácter "populista" de una medida que a buen seguro, y esto Querejeta lo maneja de manera extraordinaria, gustará a la parroquia albiazul, enemistada con todo el entorno rojiblanco desde aquel episodio en San Mamés en la temporada 1999-00 donde el Athletic, sobre el que siempre planeó la sombra de la duda, impidió al Alavés obtener un histórico subcampeonato de Liga que a la postre le hubiera garantizado jugar la Champions.
Del mismo modo, la decisión de romper con el Athletic tampoco supone un trámite que no hayan llevado a cabo antes otros clubes limítrofes como la Real Sociedad u Osasuna. Una cuestión cíclica asumida ahora "con naturalidad" por la entidad bilbaína, que ayer no realizó ninguna valoración pública. De puertas hacia adentro, no obstante, este diario ha constatado que tampoco es éste un asunto que le vaya a quitar el sueño a Josu Urrutia. "Bastante tenemos ya con lo nuestro como para preocuparnos por más historias", zanjó una fuente autorizada de Ibaigane.
sigue el silencio Al igual que guipuzcoanos y navarros antes, el Deportivo Alavés anhela ahora hacer de su territorio y de sus clubes convenidos -un total de 36 que engloban a más de 4.000 jugadores- su base de trabajo para el futuro y por eso consideró como un ataque ilegítimo los intentos de captación por parte del Athletic en Álava de varios chavales del Aurrera, a los que se añadió una desafortunada carta a los padres en la que se denostaba a los dirigentes de la entidad vitoriana. Y es ahí donde Querejeta dijo basta, lanzando un órdago que ahora se ha resuelto de forma traumática y triste. "A juicio del Alavés -continúa el comunicado-, el silencio del Athletic como entidad, y de su junta directiva, con su presidente a la cabeza, está dando por buena la actuación de sus representantes en Álava para con nuestro club y las acusaciones de los mismos, y lejos de rectificar y desautorizar su comportamiento y sus gravísimas acusaciones, lo ha permitido y respaldado implícitamente, lo cual nos resulta incomprensible de una entidad como es el Athletic Club, que si de algo presume es precisamente de lo contrario, a lo largo de su dilatada historia, además de intolerable por parte de nuestro club", continúa en su escrito la entidad alavesista. Rotas, por tanto, las relaciones oficiales entre ambos clubes, está por ver cuál es el camino que ahora asume Ibaigane. De momento, el silencio impera en todos los estamentos del club, que prefiere "enfriar" el asunto antes de dar un paso en falso.