vitoria. Es difícil rastrear en los últimos años una situación de conflicto institucional como la que ayer levantó el Deportivo Alavés tras anunciar su divorcio del Athletic. El precedente más parecido, probablemente el único, es el que protagonizó la junta directiva que comandaba el expresidente Gonzalo Antón en la temporada 1989-90. El empresario mirandés, presidente in pectore, asumió la gestión de una entidad muy tocada desde el ámbito deportivo pero sobre todo económico, ya que además de las deudas contraídas en un pasado reciente debía cumplir y atajar escrupulosamente una herencia envenenada: 25 millones de las antiguas pesetas que en su día, a finales de temporada 1985-86, el Athletic entregó al Deportivo Alavés para evitar su desaparición por impago a sus jugadores.

La llegada de aquel crédito, que fue fruto de la excelente relación que el expresidente Juan Arregui siempre mantuvo con sus colegas bilbaínos, llevaba implícita una carga de profundidad sustancial, una cláusula que permitía a la entidad de Ibaigane captar prácticamente a sus anchas en la cantera alavesa. Así, jugadores entonces juveniles como los hermanos Karanka -Aitor y David- hicieron sucesivamente las maletas para abandonar Ibaia e instalarse en Lezama. Hubo más ejemplos, hasta que en la temporada 1989-90, ya con Antón como hombre fuerte en el club, se puso fin a esta suerte de derecho de pernada. Según recuerda el propio protagonista, la ruptura fue unilateral, pero amistosa con la junta que entonces presidía José Julián Lertxundi, que permaneció al frente hasta 1994 y que facilitó la cancelación de dicho crédito previa devolución, eso sí, de los 25 millones prestados en el pasado, que al cambio hoy serían unos 150.000 euros.