vitoria. Igual que si estuviera disfrutando de la mejor de las fiestas y se resistiera por todos los medios a emprender el camino de la retirada a casa, el Deportivo Alavés quiere a toda costa que no deje de sonar la música para poder continuar disfrutando del excelente momento por el que atraviesa. Tras conseguir en Anduva la primera victoria como visitante del curso, enlazar dos triunfos consecutivos y pegar un buen salto en la clasificación, el combinado vitoriano aparca momentaneamente la competición de la regularidad para zambullirse en otro torneo ni mucho menos atractivo.
Y es que tras dejar en la cuneta al Zaragoza en su estreno en Mendizorroza, la Copa del Rey vuelve a centrar la agenda albiazul. En esta oportunidad, la tercera eliminatoria que supone la antesala a un enfrentamiento garantizado con un conjunto de Primera División a doble partido le ha emparejado con un adversario al que conoce de primera mano, el Girona.
No en vano, ambas escuadras protagonizaron el duelo que sirvió de pistoletazo de salida a la temporada 2013-14 el pasado mes de agosto. Entonces, el cuadro catalán se impuso con claridad a un todavía titubeante Alavés y se embolsó los tres primeros puntos del campeonato. Sin embargo, desde ese instante muchas cosas han cambiado.
Porque el plantel del Paseo de Cervantes puede decirse ya sin miedo al error que se ha adaptado a la nueva categoría en un tiempo récord y, en la actualidad, atraviesa por su mejor momento desde el arranque del curso. Todo lo contrario que el Girona que, tras un inicio más que notable, parece haber emprendido una peligrosa cuesta abajo que le ha llevado a sumar únicamente un punto de los últimos doce que se han puesto en liza y, como consecuencia, situarse por detrás del Glorioso en la tabla clasificatoria.
No son las confianzas, no obstante, buenas consejeras para nada y por ello el Alavés acude a Montilivi consciente de los peligros de un adversario necesitado de dar un golpe de timón a su rumbo actual y para quien la Copa del Rey puede convertirse en la tabla de salvación perfecta. Manejarse con paciencia y tratar de gestionar la posible ansiedad rival, por lo tanto, se presentan como dos armas a las que recurrir de forma casi obligada.
Dentro del ámbito estrictamente deportivo, Natxo González tratará de repartir los esfuerzos entre la plantilla para no acusar el esfuerzo que supone afrontar tres encuentros en apenas siete días (el sábado pasado en Anduva, hoy en Girona y el próximo sábado en Mendizorroza contra el Barça B). Sin embargo, los múltiples contratiempos físicos que afectan a la plantilla harán que las rotaciones sean menores de las deseadas. Con Laborda, Medina, Schenone, Ion Vélez y Mora descartados -las pruebas efectuadas a estos dos últimos confirmaron ayer que deberán estar de baja dos y una semana respectivamente como consecuencia de una microrrotura en el bíceps femoral de la pierna izquierda y una tendinitis isquiotibial-, la atención se centra en el estado de Jagoba Beobide.
El guipuzcoano arrastra molestias estomacales desde el lunes aunque viajó con el grupo y se intentará que pueda jugar teniendo en cuenta que está sancionado para el sábado. Por si acaso, Natxo González incluyó también en la convocatoria al joven mediocentro del filial Mikel Vesga.