Miranda de Ebro. Necesitaba el Deportivo Alavés una victoria a domicilio para estabilizarse en la tranquilidad y apostó todo a ganador el conjunto vitoriano en la visita a un terreno de juego tan complicado como Anduva. Había destacado el Mirandés por ser una presa difícilmente batible para sus oponentes, pero seguramente no esperaba el equipo de Gonzalo Arconada la avalancha ofensiva en albiazul que se le vino encima en una primera parte sublime por parte de los vitorianos que fulminaron a su oponente con un ataque esplendoroso y una efectividad asombrosa. En poco más de media hora consiguió el equipo de Natxo González tres dianas que después supo gestionar en la segunda parte para, con ración de sufrimiento añadida al final, acabar sumando el primer triunfo a domicilio, el que mete merecidamente a este equipo en una zona de comodidad.

La jugada inicial del partido fue el primer capítulo de la que iba a ser una auténtica exhibición ofensiva por parte de un Alavés que puso en liza dos extremos y dos referencias arriba con la presencia de Guzmán, Toti, Viguera y Quiroga. Apostó Natxo González por un tremendo arsenal y desde muy pronto comenzó a sacarle un enorme rendimiento. Y es que en apenas cuarenta segundos Guzmán provocó un saque de esquina que Ortiz convirtió en gol. Imposible encontrar un escenario mejor para el desarrollo de un partido como visitante, ya que el cuadro vitoriano pudo ceder unos cuantos metros para montar unas contras que eran enormemente peligrosas. Desgraciadamente, un error en la salida del balón en una de ellas propició que el Mirandés, superado ya el mazazo inicial, encontrase una cómoda internada por la banda derecha en las botas de Iriome, cuyo centro lo remachó Díaz de Cerio para empatar.

Parecía haber perdido el cuadro albiazul ese punto de sorpresa que se habían granjeado con su tempranero tanto, pero nada más lejos de la realidad. Y es que cada vez que superaba la línea del centro del campo el peligro era evidente. Sobre todo a través de la figura de un Guzmán al que ningún defensor podía seguir en sus cabalgadas por una banda derecha que se convirtió en autopista. Aparecieron entonces las asociaciones. Quiroga como amenaza constante para los centrales, desequilibrios de Toti hacia el centro e individualidades plenas de talento de Viguera. Y ahí ni siquiera un sensacional Dani Jiménez pudo hacer nada para detener la avalancha que se le vino encima en el tramo final del primer acto.

El meta del Mirandés estuvo sublime para detener sendas ocasiones de Guzmán y Viguera, pero nada pudo hacer cuando el ataque albiazul recogió los rechaces y completó las acciones con sendos goles. Primero un cabezazo del riojano, que sigue en vena, a centro de Rubio. Después un Quiroga que se estrenaba al remachar un rebote casi sobre la línea de gol. En apenas seis minutos, los que van del 28 al 34, el equipo de Natxo González daba un colosal manotazo sobre la mesa que desarboló por completo a un Mirandés incapaz de encontrar respuesta defensiva a semejante despliegue de talento ofensivo.

El Alavés dejó el partido anestesiado con su exhibición rematadora y la segunda parte fue casi hasta su tramo final un tira y afloja con mucho centrocampismo y escasas ocasiones. Parecía fallarle el fuelle al Mirandés, mientras que el Alavés se había puesto en traje de cazador y con el desplazamiento a la banda izquierda del siempre peligroso Guzmán generó unas cuantas contras en las que el cuadro vitoriano a punto estuvo de ampliar su renta de manera definitiva.

Pero, como bien canta la afición rojilla, estaba el cuadro albiazul en Anduva y le tocó sufrirlo en unos minutos finales en los que a punto estuvo de irse por la borda el buen trabajo de todo un partido. El Mirandés tocó a rebato al más puro estilo Real Madrid. Poco juego, pero mucho empuje. Balones al área en busca de piernas, de cabezas, de despejes y, sobre todo, de jugadas a balón parado. Y ahí los vitorianos no tuvieron la suficiente templanza como para mandar el partido definitivamente a dormir. El gol de Goiria recortó rentas y propició un desenlace de taquicardia, pero supo sufrir el Alavés para resistir la ventaja y sumar tres puntos que tienen un sabor exquisito.