vitoria. En estos tiempos de crisis impenitente -y aparentemente interminable- en los que cada vez son más las personas que deben convivir y sobrevivir a niveles económicos muy por debajo de los mínimos razonables mientras que otros continúan engordando sin pudor sus estratosféricas fortunas, no son pocos los que añoran tiempos pretéritos no demasiado lejanos en los que la clase media disfrutó de un notable florecimiento. Una época en la que la parte central de la gráfica de la riqueza era mucho más ancha y el común de los mortales atravesaba por una situación más o menos desahogada aunque, eso sí, sin poder despistarse demasiado.

Pues bien, este ejemplo de la cruda realidad social actual sirve para ilustrar a la perfección la situación del fútbol. Mientras que en la Liga de las estrellas se vive un desfase cada vez mayor entre ricos y pobres, la Segunda División en la que está encuadrado el Deportivo Alavés se ha convertido en el paraíso de la clase media. Y es que este segundo peldaño de la competición demuestra semana tras semana que apenas existen diferencias entre sus integrantes y que la igualdad es máxima. Una circunstancia que tiene su lectura positiva -conseguir el éxito está al alcance de muchos más candidatos- pero también su contrapunto peligroso. Porque si algo ha dejado meridianamente claro este arranque de temporada es que nadie puede permitirse la más mínima relajación si no quiere terminar con la cara pintada.

Así lo reflejan con claridad los datos que se desprenden de las seis jornadas iniciales ya disputadas. Contrariamente a lo que suele suceder, nadie ha sido capaz de marcar un ritmo firme que le permita observar al resto de competidores por encima del hombro. Muy al contrario, las alternativas han sido constantes y estos seis capítulos del torneo de la regularidad se han cerrado con otros tantos líderes diferentes al frente de la clasificación.

El encargado de abrir el fuego fue el Sabadell, quien merced a su goleada sobre el Mallorca (4-0) en el estreno del campeonato se encaramó a lo más alto de la tabla. Sin embargo, una semana después tropezó en su visita a la Ponferradina y dio el relevo al Girona, que firmó un pleno provisional en Ipurua (0-3). Pero los catalanes no pudieron pasar del empate en casa ante el Numancia en la tercera jornada y, como consecuencia, el liderato fue a parar a las manos del Alcorcón. El próximo rival del Alavés goleó (3-0) en su feudo al Recre. Siete días después, los amarillos cayeron en Mallorca para facilitar un nuevo cambio en la primera posición. Fue el turno del Mirandés, que venció (0-1) al débil Castilla en Valdebebas. Los de Gonzalo Arconada, sin embargo, no pudieron mantener el ritmo y perdieron en Anduva en el quinto capítulo liguero contra el Recreativo (0-3). Así, el liderato pasó a manos del Sporting de Gijón, que se impuso (2-0) al Dépor en El Molinón.

El final de la serie es conocido de sobra por los aficionados albiazules, puesto que el domingo el Alavés arrolló al conjunto asturiano (3-0) desplazándolo de la cabeza de la tabla y permitiendo que el Recre, con su triunfo sobre el Barcelona B (3-0), sea la actual referencia en la Segunda División.

En definitiva, un carrusel constante de cambios que denota la tremenda igualdad existente en la categoría y que podría prolongarse si este domingo la escuadra onubense cae derrotada en su visita a uno de los teóricos gallitos del lote, el recién descendido Zaragoza.

Pero es que no es este dato referente al liderato el único, ni mucho menos, que pone de relieve una de las grandes peculiaridades de la Segunda División. Otro igualmente significativo -o incluso más- es que en estos albores del campeonato, cuando únicamente se disputado seis jornadas, no quede ya ningún conjunto invicto. Los veintidós equipos que integran el lote han degustado el amargo sabor de la derrota, como mínimo, en una oportunidad.

El último en incluir su nombre en esta lista fue precisamente el anterior líder. Y es que la victoria del Alavés sobre el Sporting del pasado domingo supuso que no quedara ningún plantel inmune a los tropiezos. Esta estadística adquiere aún una mayor relevancia si se compara con lo que sucede en otras categorías. Así, por ejemplo, en la Liga de las estrellas sobreviven cinco equipos invictos (Barcelona, Atlético, Real Madrid, Villarreal y Espanyol), en los grupo I, II y III de Segunda B son tres, mientras que en el IV es uno. Pero es que incluso en todos y cada uno de los dieciocho lotes de Tercera hay, al menos, un combinado que no conoce la derrota.

Se trata, por lo tanto, de un hecho único que demuestra bien a las claras que en esta categoría de plata cualquier equipo es capaz de ganar a cualquiera y, al mismo tiempo, también verse superado por el menos esperado. Todo ello augura un escenario de máxima tensión hasta el final de la temporada y obliga al Alavés a afrontar cada cita como si fuese una final si no desea encontrarse con más de un disgusto indeseado. La primera ocasión para demostrarlo será este sábado en Alcorcón.