A poco que uno esté mínimamente atento a las noticias internacionales, puede llegar fácilmente a la conclusión de que la inestabilidad es el estado natural de algunos territorios. Sean cuales sean los dirigentes y el entorno geopolítico que les rodee, resulta impensable que una mínima tranquilidad se instale en ellos. El listado podría ser casi interminable y resulta prácticamente imposible explicar los motivos de esta situación. Pues bien, por sorprendente que parezca, esta aparente anomalía tiene también su traslación al mundo del fútbol.

Porque resulta evidente a ojos de cualquier observador que hay plazas en las que sea cual sea el escenario deportivo o económico del momento las tensiones internas de la máxima potencia son su principal seña de identidad y se suceden cual repeticiones de un devastador terremoto. Si se hiciera un ranking de estos clubes tan particulares, sin duda el Zaragoza ocuparía un puesto destacado entre los primeros clasificados.

El adversario del Alavés de esta tarde vive desde hace tiempo instalado en una convulsión institucional para la que no encuentra salida y que, como no podía ser de otra manera, le está costando un importante peaje deportivo. El principal punto de fricción se centra en la figura de su máximo accionista, el empresario Agapito Iglesias, que ha perdido el apoyo de todo el entorno del club y que se aferra al poder ante la imposibilidad de encontrar un comprador que satisfaga sus elevadas pretensiones para deshacerse de sus títulos.

Si a eso se le añade una deuda de dimensiones estratosféricas y una relación cuasi tormentosa con las instituciones públicas, el resultado es un cóctel de muy complicada digestión. Más aún cuando el pasado curso se cerró con un dramático descenso a Segunda División después de varias campañas jugando con fuego.

En definitiva, una situación explosiva que bien podría coonvertirse en un interesante aliado en el encuentro copero de esta tarde. Porque pese a que el Zaragoza ha conformado una plantilla con varios nombres ilustres y potencial más que sufiente para ser uno de los claros aspirantes a regresar a la Liga de las estrellas el próximo mes de junio, lo cierto es que Paco Herrera -el experimentado técnico al que ha encomendado dirigir la nave- todavía no ha conseguido engrasar la maquinaría.

De esta manera, sólo ha sido capaz de sumar dos puntos hasta ahora (dos menos que el Alavés) y, lo que aún llama más la atención, únicamente ha marcado un gol. Fue en la jornada inaugural -Roger Martí firmó el 1-1 ante el Hércules en el 67- y desde entonces acumula más de 300 minutos sin ver portería. Una racha que El Glorioso espera que continúe.