el mayor mal que se está encontrando el Deportivo Alavés en la categoría de plata es su problema para definir cuando se planta en posiciones de peligro. Ha conseguido tres goles en sus cuatro comparecencias ligueras, pero la cantidad debería haber sido mucho mayor de haber contado con un nivel de acierto lógico, sobre todo en los dos primeros compromisos disputados en Mendizorroza. Ante el Las Palmas fueron unas cuantas las oportunidades que se fueron por el sumidero. En el recuerdo está también el fallo de Rubio en Córdoba cuando el partido expiraba. Y ayer el protagonista desgraciado fue un Viguera que marcó el primer tanto, pero que erró en sendos contragolpes bien avanzada la segunda parte que hubiesen supuesto asfaltar de tranquilidad la autovía hacia la primera victoria. Muy al contrario, ya que los fallos en la definición volvieron a convertirse en caros peajes a abonar en forma de puntos. Y es que, tras fallar en una doble ocasión clarísima, el Sabadell se encontró con uno de esos goles que no son fáciles de explicar ni de entender aunque se vean mil veces.
Que el Alavés tiene un problema en los metros finales no es ninguna novedad. Ya la pasada temporada se encontró con enormes problemas para decantar a su favor un sinfín de partidos en los que dominó a su antojo pero en los que se vio condenado a sufrir por su falta de puntería. Curiosamente, antaño cuantas más oportunidades tenía más le costaba marcar. En cambio, en varios duelos trabados y sin apenas opciones en el remate su efectividad resultó máxima. En la presente temporada ese mal vuelve a afectarle y como mejor ejemplo hay que poner los dos primeros partidos en Mendizorroza. El equipo de Natxo González ha sido ampliamente superior a Las Palmas y Sabadell, pero en ninguna de las dos ocasiones ha conseguido marcar tantos goles como sería lógico teniendo en cuenta su importante cantidad de ocasiones. Y, en contrapartida a lo que ocurría el pasado curso, ahora sí que los puntos se escapan. No en vano, los rivales tienen mucha más calidad arriba y, con fortuna añadida y algunos fallos graves, le sacan un enorme provecho.
Ayer volvió a llegar el cuadro albiazul a los minutos finales con la congoja en el corazón. Había controlado todo el partido con comodidad e incluso en ese tramo último apenas había concedido ocasiones. Pero en apenas dos minutos todo se vino abajo. Primero salvó Goitia un cabezazo de Aníbal en el que el remate final de Collantes sin portero se fue desviado, pero ya sobre la hora Olivas tuvo la fortuna de su parte en un remate con tanta fortuna como la que le falta al Alavés.