Vitoria. En la composición de su plantilla el Deportivo Alavés ha hilado muy fino para buscar dos futbolistas para cada demarcación, doblando de esta manera todas las posiciones en previsión de que se puedan producir bajos rendimientos, lesiones o sanciones. El único punto de duda se sitúa en el delantero centro, un puesto en el que la labor de un solo jugador puede marcar el devenir del equipo a lo largo de toda la temporada. En la figura de Mauro Quiroga se ha hecho una apuesta importantísima, otorgándole una relevancia trascendental tanto en lo deportivo como en lo económico. No en vano, se trata del nueve por excelencia de este Glorioso, el único para el que Natxo González no cuenta con un clon específico, ya que ni Ion Vélez ni Gorka Laborda, delanteros de otro corte y características, cuentan con las características del argentino. Una apuesta al todo o nada. La calidad ya la ha demostrado con anterioridad en la categoría de plata y su ratio de goles por minuto jugado son asombrosos. Las dudas vienen por acumular casi un año de baja por lesión y por un arranque de curso de nuevo marcado por los problemas. Y es que a una mala condición física se ha unido recientemente un nuevo problema en la rodilla que ha cortado su progresión. El objetivo no es otro que ponerle en forma cuanto antes, ya que Quiroga es el futbolista llamado a ser la referencia ofensiva de un equipo que no cuenta con un sustituto de perfil similar al del bonaerense en sus filas.

Si Javier Zubillaga ha apostado por un futbolista que viene de pasar casi un año entero en blanco por culpa de una grave lesión de rodilla en Lugo es porque tiene una confianza inmensa en su futuro. No es para menos. Basta con echar la vista hacia atrás para comprobar que el actual director deportivo alavesista fue quien propició el desembarco en España del delantero argentino. Fue en enero de 2010, cuando Zubillaga era el máximo responsable deportivo del Córdoba y puso a los servicios de Lucas Alcaraz a un ariete procedente del Gimnasia y Esgrima de Concepción del Uruguay. Entonces fue descartado por el cuadro andaluz, pero el verano siguiente el Las Palmas le abrió las puertas para permanecer en el club amarillo durante dos temporadas y jugar el último curso con la camiseta del Lugo.

Quince goles en tres temporadas en Segunda pueden no parecer una cifra asombrosa, pero teniendo en cuenta que de sesenta partidos que jugó solo doce fueron completos y que el total de minutos fue de 2.649 la cosa cambia. En un minutaje que ni siquiera alcanza los treinta partidos completos, el argentino firmó una docena de dianas. Algo tiene el agua cuando la bendicen y a pesar de jugar tan poco a lo largo de las últimas campañas el bonaerense fue pretendido por unos cuantos clubes a los que el Alavés les acabó ganando la partida.

solo 32 minutos Es evidente que para atraer al delantero la entidad del Paseo de Cervantes hubo de hacer una apuesta importante y, hasta la fecha, el rendimiento obtenido ha sido nulo. El argentino, tras estar la pasada campaña en el dique seco durante cerca de ocho meses, llegó a la capital alavesa en un estado de forma muy bajo y la pretemporada no fue suficiente para que alcanzase su mejor tono. Para venir a rematar los problemas, una torcedura en la rodilla sufrida la pasada semana vino a complicar aún más ese proceso de adaptación. Por fortuna, quedó descartada una lesión de menisco, pero la dolencia le ha obligado a parar y su puesta a punto se ha visto retrasada un poco más.

De momento, el argentino ya lleva más de una semana al margen del equipo por culpa de esa dolencia que ya le obligó a perderse el partido de Córdoba y que hará que se quede de nuevo en la grada frente al Sabadell y, muy probablemente, frente al Zaragoza. Así, apenas ha disputado 32 minutos saliendo desde el banquillo en el partido contra el Las Palmas, en el que comenzó a dar muestras de su potencial. Y es que Quiroga es uno de esos delanteros a la antigua usanza. De formidable corpachón, tanto a lo largo como a lo ancho, se trata de un nueve clásico, de esos capacitados para jugar de espaldas, mantener el balón y ser un ejecutor en el área. De los que se pegan con los centrales durante los 90 minutos y les ponen en jaque gracias a su colosal presencia. De los que le gustan a Natxo González, quien el año pasado ya contó con Negredo y Juanma como arietes de un perfil semejante para fijar defensas, mantener la posesión y rematar los centros.

El problema es que este año Quiroga no tiene parangón en la plantilla, ya que los otros dos delanteros, Ion Vélez y Laborda, no tienen esa capacidad del bonaerense para actuar en solitario en la punta. Son peleones, bregadores y capaces de recorrer muchos kilómetros a lo largo de un partido, pero las características del matador del área no son las suyas. Buenos complementos, sin duda, para actuar acompañando a otra referencia, pero sin la capacidad de tener que asumir todo el peso de la ofensiva. Para eso se apostó fuerte por Quiroga, el jugador sin fotocopia en este equipo, el que puede marcar el devenir de toda una temporada.