Vitoria. Cuando en 1998 Mendizorroza sufrió su última y más profunda remodelación muchos pensaron que ya nada sería lo mismo. La grada General, escenario de tantas emociones, dejaba paso a una Tribuna Principal más cómoda, moderna y acogedora. Nadie volvería a ver el fútbol de pie en el estadio -al menos no por obligación- a cambio de un entorno adecuado para el regreso de la escuadra albiazul a Primera División. La antigua grada desapareció, pero su legado sigue vivo. Los que la habitaron en su juventud traspasaron luego su leyenda a sus hijos, ansiosos por conocer los secretos de un lugar que hoy en día muchos sólo conocen por fotografías.

Mendizorroza perdió una grada, pero ganó un sentimiento: el espíritu de la General. Una comunión entre los aficionados albiazules que ahora, quince años después de su desaparición, sigue impregnando el estadio del paseo de Cervantes en las grandes citas. Es a ese sentimiento, a esa expresión de amor por sus colores, a lo que el equipo dirigido por Natxo González deberá aferrarse el sábado a partir de las 18.00 horas. Porque Mendizorroza ha demostrado ser más que un hogar para el equipo vitoriano, que tras el 1-1 cosechado en Jaén tiene en su mano cumplir los sueños de sus miles de seguidores.

Acostumbrado a los resultados cortos tanto en su feudo como lejos de tierras alavesas, la solidez defensiva es la mejor baza de la que dispondrá el Alavés para hacer frente al Real Jaén, un rival que en el choque de ida demostró las enormes dificultades que tiene para perforar la portería contraria. Y en este aspecto la perspectiva se advierte más que plácida para los intereses alavesistas, pues en los diecinueve partidos de Liga celebrados en Mendizorroza el conjunto vitoriano ha terminado con la puerta a cero en nada menos que trece encuentros. Si el del sábado se convierte en el decimocuarto, el camino a Segunda División quedará asfaltado de una vez por todas.

Sólo seis rivales -Real Sociedad B, Lleida, Racing B, Bilbao Athletic, Osasuna B y Amorebieta- han sido capaces de anotar un tanto en el campo del paseo de Cervantes. De ellos, únicamente los filiales de la Real Sociedad y el Osasuna consiguieron llevarse el triunfo de vuelta a casa (ambos por 0-1), mientras que el Lleida y el Bilbao Athletic tuvieron que conformarse con un 1-1. Por si fuera poco, el Alavés sólo se ha quedado sin meter un gol en Vitoria en las dos derrotas citadas, ante los filiales rojillo y txuriurdin, y en la jornada vigésima, cuando empató a cero con el Barakaldo. Así las cosas, de los diecinueve resultados que el Glorioso ha cosechado en casa hasta la fecha, al conjunto de Natxo González le servirían quince para certificar el regreso a la categoría de plata.

Y es que, además de provocar un seísmo albiazul con epicentro en el estadio de La Victoria, el penalti transformado por Borja Viguera en el tiempo de descuento permite al cuadro vitoriano encarar el decisivo choque del sábado con la tranquilidad que supone gozar de un resultado favorable en el bolsillo. Consciente de ello, el propio técnico no perdió un segundo en solicitar ese apoyo desde la misma sala de prensa del estadio de La Victoria una vez finalizado el duelo. "Mendizorroza tiene que ser un hervidero. Vamos a necesitar a nuestra gente", solicitó con rotundidad el entrenador del Alavés. Si nos atenemos a lo visto durante la presente temporada, Natxo González no debería tener ninguna duda: la afición responderá.

Los números son diáfanos. En los diecinueve encuentros de Liga disputados en Mendizorroza la media de espectadores se sitúa en las siete mil personas, con una apreciable tendencia al alza en el tramo final de la fase regular, cuando el liderato de la escuadra albiazul anticipaba la pugna directa a doble partido por el ascenso a Segunda. De hecho, la mejor entrada del curso liguero llegó precisamente en el último duelo, ante el Tudelano, con 12.342 espectadores en las gradas del estadio vitoriano.

Curiosamente, la peor se produjo apenas mes y medio antes, cuando la visita del Amorebieta en plena Semana Santa y con televisión de por medio empequeñeció la entrada hasta los 5.490 asistentes. Un oasis de soledad en un momento, los últimos siete encuentros de Liga, en el que la asistencia se elevaba ya por encima de la media anual. Si contra el Tudelano se sobrepasaron las diez mil personas, fue dos semanas antes, en la jornada 35, cuando el campo alavesista obtuvo su segunda mejor entrada del año: 8.725 espectadores frente al Real Zaragoza B. Todo lo que no sea llenar el estadio para recibir al Jaén sería una sorpresa para el club, que espera repetir el lleno que se produjo el pasado 30 de octubre con la visita copera del FC Barcelona, única ocasión de esta temporada en la que se ha colgado el cartel de "no hay billetes".

Sustentado en un resultado favorable e impulsado por el factor Mendizorroza, el Alavés tiene ante sí la posibilidad de culminar un largo viaje de vuelta que empezó el 14 de junio de 2009 con el descenso a Segunda B. De conseguirlo sería sólo un alto en el camino hacia una meta mayor, la que devuelva al equipo albiazul al lugar que merece. Pero esa será otra historia.