Estella. No tenía mucha historia el partido con el que el Deportivo Alavés cerraba ayer la fase regular de la temporada en Estella, pero el conjunto vitoriano quiso poner la rúbrica a una fase regular extraordinaria consiguiendo elevar el sobresaliente a matrícula de honor. Los 82 puntos que consiguió alcanzar ayer El Glorioso sirven para igualar la mejor marca de la categoría y el equipo de Natxo González pasa de esta manera directamente a los registros del mundo del balompié. Sus tres predecesores a la hora de alcanzar tan relevante cantidad de puntos consiguieron después el ascenso a Segunda División, la batalla en la que entra ahora un equipo que en Merkatondoa demostró que para él no existe relajación por no haber cosas en juego. Este equipo da la cara todos los días y ahora le llega el momento determinante del curso. Y es que de nada sirve la matrícula de honor si en la reválida no se saca la única nota posible, la máxima del ascenso.

El Izarra recibió al Alavés con el merecido pasillo al campeón, pero esa fue la única facilidad que se encontró en un duelo en el que al principio había más tensión que cosas en juego. Quería despedirse el conjunto de Estella de la categoría dando una alegría a su parroquia y no dudó a la hora de echar mano de un juego agresivo en la búsqueda de las recuperaciones de balón. La inseguridad defensiva alavesista en ese primer tramo del partido, con muchas pérdidas de balón en zonas comprometidas y errores en la circulación, abrió vías de agua para las internadas de los atacantes navarros, que se toparon con su ineficacia en varios remates claros para abrir el marcador.

Le costó al equipo de Natxo González asentarse en los primeros minutos, quizá por la presencia de muchos de los menos habituales en el once inicial, pero su calidad se fue imponiendo con el paso de los minutos. El peligro llegó primero a través de varias jugadas a balón parado bien ejecutadas, pero después empezaron a aparecer con asiduidad Viguera y Luismi en la creación y ahí el conjunto vitoriano comenzó a cimentar su superioridad. Junto a los dos mediapuntas, notable fue la actuación en la primera parte del joven Santi Taboada, un mediocentro que destapó unas buenas cualidades tanto en la recuperación de balones como en la salida rápida del esférico.

Ganaron confianza los albiazules con el balón en los pies y empezaron a combinar con pases cortos en a través de los que rompieron las líneas defensivas de un rival que se descosía con las dentelladas vitorianas. En una de estas, una pared entre Laborda y Juanje en la banda izquierda encontró la continuidad perfecta con el centro a la primera del gaditano y el remate en el primer palo del navarro, que abría el marcador en el minuto 36. Apenas tres después pudo dejar el duelo resuelto el Alavés, pero Óscar Rubio no fue capaz de rematar un contragolpe de libro.

La sentencia tardó muy poco en llegar, ya que en el arranque de la segunda parte Luciano encontró, por fin, ese gol que venía buscando desde el arranque de curso a balón parado. Un saque de esquina perfectamente ejecutado por Guzmán lo remató el gallego en el primer palo y ahí se acabó definitivamente cualquier atisbo de resistencia por parte del Izarra. Eso sí, los minutos finales sirvieron para que se produjesen un par de goles más. Así, Viguera alcanzó los trece al final de la fase regular con una bonita vaselina, mientras que el conjunto estellés le dio una pequeña alegría a su afición con un tanto de Briñol en saque de esquina. Sonrisa también para Einar, que debutó el día en el que el Alavés alcanzó la matrícula de honor.