Vitoria. Las tardes calurosas invitan más al reposo que al esfuerzo, pero el Deportivo Alavés supo hacer su trabajo a la perfección ante la Gimnástica en uno de esos partidos que dejan la sensación de que incluso sin echar mano de la quinta marcha un equipo va a superar al otro sin demasiados apuros. Casi ninguno pasó el conjunto vitoriano, que realizó una puesta en escena arrolladora para ponerse pronto por delante y después se dedicó a controlar el balón sin pasar demasiados apuros. La entrada de Jonan mediada la segunda parte sacó al duelo del bostezo y en la media hora final hubo espacio para el gol de la tranquilidad y también para el divertimento con un fútbol de toque preciosista que servía para rubricar una nueva victoria y que, de paso, ampliaba la renta del líder.
Quería Natxo González un desarrollo de partido tranquilo y por eso salió su equipo pisando el acelerador a fondo desde el primer segundo y poniendo en peligro en cada acción ofensiva a una Gimnástica excesivamente tierna en defensa y que se vio obligada a recurrir casi constantemente a la falta para frenar las avanzadas albiazules. Le sigue costando a este equipo circular el balón con fluidez en las zonas de creación, pero cuando el esférico alcanza la línea de mediapuntas y se conduce hacia las bandas el peligro es inminente.
Así, tras un par de avisos en forma de rebotes que a punto estuvieron de acabar en las redes de Mediavilla, una combinación entre Guzmán y Viguera sirvió para abrir el marcador. El extremo recibió en la línea de fondo y tras un gambeteo cedió a la frontal para que el riojano sacase un zurdazo raso que cogió por sorpresa al meta cántabro, que vio pasar el balón casi a su lado sin poder hacer nada por frenarlo.
Un gol a los 12 minutos, un botín prácticamente desconocido para un Alavés acostumbrado a tener que sudar mucho antes de perforar las porterías rivales. No obstante, y pese a algún pequeño despiste, el desequilibrio en el marcador apenas supuso cambio en el desarrolló de un partido que los vitorianos dominaban a su antojo y en el que la duda en poco más de diez minutos comenzaba a radicar en saber si iba a ser un compromiso completamente plácido gracias a un resultado abultado o si se iba a mantener la costumbre de sufrir hasta bien entrada la segunda parte.
Pese a su espesura de ideas en la circulación del balón, el cuadro albiazul siguió disfrutando de oportunidades. Varias de ellas a balón parado, donde Juanje sacó a relucir una sensacional pierna ejecutora. Eso sí, hasta el final de la primera parte se echó en falta algún chispazo de creatividad por parte de alguno de los genios del equipo.
En el inicio de la segunda parte la calma se adueñó del partido, con un Alavés un tanto más conservador y una Gimnástica que se aprovechó del paso atrás del oponente para estirar líneas y buscar la sorpresa en alguna acción a balón parado. Se dio un toma y daca que no se había visto hasta ese momento, pero Natxo González zanjó esa actitud pasiva del equipo dando entrada desde el banquillo a un Jonan que revitalizó por completo el juego del equipo con su presencia en el centro del campo.
El vizcaíno se adueñó del balón y de la zona ancha y le puso fútbol, todo el que antes había faltado, al juego. No es de extrañar que a los pocos minutos de entrada se forjase la jugada, sensacional, del segundo tanto. Apertura de Jaume para la incorporación de Juanje por la izquierda y centro del gaditano que remató a la perfección Laborda para conseguir la tranquilidad.
Acto seguido ingresó Sendoa en el césped y ahí disfrutó el Alavés y el alavesismo. Las acciones combinativas se sucedieron, el fútbol de toque se convirtió en protagonista y Mendizorroza se divirtió de lo lindo en un tramo final al que solo le faltó algún gol más -y le sobró la lesión del guardameta visitante- para que la tarde fuese del todo redonda, ya que la diferencia con el segundo vuelve a ampliarse hasta los cinco puntos.