la de ayer no parecía la tarde más adecuada para que el Deportivo Alavés extirpase alguno de esos puntos negros que afeaban su prácticamente inmaculado rostro, pero está claro que en el mundo del fútbol todo lo que puede suceder es posible. Así, cuando peor se ponían las cosas, cuando los nervios y el miedo al fallo podían atenazarle, el conjunto albiazul sacó a relucir su mejor versión para firmar cuatro dianas que le sirvieron para firmar su primera remontada de la temporada y para, por fin, quitarse de encima esa sensación de no ser capaz de conseguir un resultado abultado después de haber padecido durante varios compromisos una preocupante ineficacia de cara al marco rival. Cuando menos se podía esperar, El Glorioso firmó una tarde que le sirve para desquitarse de esos males que le perseguían.

La de ayer era la octava ocasión en lo que va de curso en la que el Alavés sufría al verse por debajo en el marcador antes de poder golpear con un gol a su oponente. En las siete ocasiones precedentes, el equipo de Natxo González había sido incapaz, pese a sus intentos, de darle la vuelta a la tortilla. Un empate, como mucho, era el mejor de los premios. Hasta en tres ocasiones consiguieron los alavesistas rescatar un punto, pero en cuatro acabaron doblando la rodilla. Precisamente, las cuatro derrotas que este bloque ha sufrido a lo largo del presente curso. Pues bien, esa tendencia de ser incapaz de remontar un partido liguero -en Copa ya se consiguió en la segunda eliminatoria contra el Atlético Sanluqueño- quedó ayer desterrada en apenas diez minutos, los que tardó Borja Viguera en equilibrar primero y voltear después el tanto inicial de Adrien Goñi que adelantó al Amorebieta.

Una vez hecho el trabajo más complicado, los veinte minutos finales fueron de auténtico disfrute para los jugadores y también para los algo más de cinco mil alavesistas que se congregaron ayer en las gradas de Mendizorroza. Los que se fueron de vacaciones, se perdieron una exhibición atacante de un equipo que parece tenerle tomada la medida a un Amorebieta que ayer se llevó cuatro goles de Mendizorroza, los mismos que en la primera vuelta recibió en Urritxe.

Con Viguera moviéndose a sus anchas, las dos dianas finales le sirvieron al equipo albiazul para lograr esa goleada que Natxo González venía augurando desde hace semanas. Se la merecía este equipo, creciente en un juego cada vez más dominador y ofensivo, que en muchas ocasiones se ha llevado marcadores cortos a pesar de sus merecimientos, pero que ayer en media hora final plena de efectividad se regaló su particular desquite.