Vitoria. La disputa de un nuevo partido lejos de Mendizorroza vuelve a situar a Natxo González en la tesitura de dar continuidad a su habitual sistema 4-2-3-1 o, por el contrario, optar por utilizar unas variantes tácticas que han sido bastante comunes en su particular libreto cuando al Deportivo Alavés le ha tocado actuar como visitante. Y es que mientras que en el estadio del Paseo de Cervantes la disposición de los jugadores ha sido siempre la misma con la única excepción de la visita del Teruel, cuando le ha tocado jugar lejos de Vitoria el preparador albiazul ha echado mano de la pizarra para mover piezas y así tratar de conseguir una mejor adaptación de su equipo a las particularidades del oponente o a las características de algunos campos en los que se requiere potenciar aspectos diferentes del juego.

El Alavés acumula treinta y cuatro partidos oficiales a lo largo de la presente campaña (veintinueve de Liga y cinco de Copa) y en veinticuatro de ellos ha apostado de inicio Natxo González por ese sistema 4-2-3-1 que fue con el que trabajó principalmente durante la pretemporada. El mencionado dibujo se ha utilizado en dieciséis de los diecisiete partidos disputados en Mendizorroza, siendo el reciente duelo con el Teruel la única excepción en la que Natxo González optó por variar el sistema.

La presencia del doble pivote -casi siempre han actuado en esa demarcación Jaume y Beobide, que se complementan a la perfección- dota de una mayor seguridad el centro del campo y al eje de la defensa, permite liberar a los laterales para sus incorporaciones al ataque (tanto Óscar Rubio como Manu García destacan por sus dotes ofensivas) y descarga de trabajo también a los cuatro hombre de vanguardia que conforman la línea de mediapuntas y el ariete. El 4-2-3-1 es el sistema más utilizado y en las últimas jornadas su rendimiento ha subido muchos enteros con la presencia de Viguera como enganche con Juanma como referencia atacante.

La única excepción a la regla la marcó el partido con el Teruel, en el que Natxo González apostó por un 4-3-3 que ya había utilizado en las dos jornadas precedentes a domicilio. En esa ocasión, previendo en el guión un partido de control casi absoluto por parte alavesista, el técnico vitoriano dio a entrada a Jaume como único pivote, acompañado en el centro del campo de dos jugadores creativos como Miki y Jonan y dejando arriba tres referencias ofensivas con Guzmán, Viguera y Laborda.

3-4-3 en el camp nou Esta variación táctica que no es nada común cuando el Alavés juega en Mendizorroza es bastante más habitual cuando le toca actuar a domicilio. Sobre todo en campos que son más pequeños que el estadio del Paseo de Cervantes o ante equipos que sitúan en punta un par de referencias ofensivas. Así, en nueve de los diecisiete compromisos disputados lejos de tierras alavesas ha optado Natxo González por unas variantes tácticas que de nuevo podrían verse mañana en Las Llanas, un campo de unas características muy particulares que podría conducir al técnico a recuperar la versión de los tres mediocentros (Jaume, Beobide y Manu García) para potenciar el poderío físico del equipo.

La primera vez que varió de guión el técnico vitoriano fue con motivo de la visita a Eibar, donde actuó con un 4-4-2 con el centro del campo en rombo y con Guzmán actuando en punta por la derecha. De esta manera, el Alavés consiguió taponar las peligrosas subidas de Yuri, aunque al final de poco le sirvió. También la salida a Torrelavega echó mano Natxo González de un 4-4-2, pero en esta ocasión mucho más puro al utilizar en los extremos a Guzmán y Luismi, dejando como pareja de ataque a Juanma y Viguera.

Tras una prueba en los minutos finales en la visita a Osasuna B, en el trascendental duelo copero contra el Huracán se vivió la puesta de largo de la línea de cinco defensas con tres centrales. Entonces fue un 5-2-3, que unos pocos días después, en Amorebieta, varió ligeramente hacia un 5-3-2. De una u otra manera, aquellos dos partidos pueden considerarse como los más brillantes que este Glorioso ha protagonizado a lo largo del presente curso, con dos exhibiciones demoledoras de su potencial. Esa disposición de los cinco defensas se utilizaría por última vez en Tudela, mientras que en el Camp Nou la apuesta fue más arriesgada al llevar a los dos laterales a la altura del doble pivote para confeccionar un 3-4-3.

La incorporación de Juanje en el mercado invernal le permitió al preparador alavesista dar una nueva vuelta de tuerca a sus disposiciones tácticas con un dibujo 4-3-3 que estrenó en Logroño y al que dio continuidad en la visita al Real Unión y en casa ante el Teruel. También en Zubieta se volvió a ver ese mismo esquema. Con el andaluz en la banda izquierda, Natxo González ubicó a Manu García en el centro del campo junto a Jaume y Beobide, consiguiendo de esta manera una línea en esa zona de tremendo esfuerzo y potencial físico que podría repetirse en Eibar. Arriba, en ocasiones los tres puntas atacaban en línea y en otras uno se descolgaba como enganche formando un rombo con los centrocampistas.