Vitoria. La cantera como base de alimentación. Es Osasuna uno de los grandes referentes mundiales en el trabajo con el fútbol base y esa dedicación le está dando unos réditos impresionantes a un club que no pasa de humilde pero que año tras año se mantiene entre le élite gracias a su sabio aprovechamiento de sus categorías de formación. El conjunto rojillo nutre principalmente su primer equipo de jóvenes valores formados en Tajonar, ya sean navarros o descubiertos en otros parajes, y cuando uno destaca por encima del resto se sabe mover a la perfección en el mercado para, después de haber aprovechado su talento deportivo, sacarle el mayor rendimiento económico posible a los traspasos de sus canteranos. Se trata de un proceso de retroalimentación que en la capital del viejo reino se lleva trabajando años y que, basta mirar al pasado y al presente, está ofreciendo unos resultados excelentes.
Históricamente ha sido Osasuna un club que se ha nutrido de los mejores jugadores navarros y también desde hace tiempo es un equipo que se ve privado de sus mejores talentos por el potencial económico superior de otros clubes de Primera División. Los casos de futbolistas que han llegado al primer equipo desde Tajonar para dar después el salto a conjuntos de mayor potencial son innumerables, pero siempre ha sabido Osasuna gestionarlos a la perfección para conseguir unos importantes réditos económicos a través de traspasos millonarios que le han permitido, al mismo tiempo, seguir potenciando el trabajo en su cantera para seguir desarrollando talentos.
A las órdenes de José Luis Mendilibar hay hasta nueve jugadores (Andrés Fernández, Oier, Flaño, Raoul Loé, Puñal, Torres, Timor, Onwu y Kike Sola) que han pasado por el filial y repartidos en Segunda, mediante cesiones, hay un buen número de jóvenes talentos que siguen con su formación lejos de Tajonar en busca de minutos y experiencia para llegar al primer equipo, una historia que se repite año tras año en el club navarro. Son los actuales casos de Zabal, Echaide y Annunziata (Huesca), Ruper (Mirandés) y Satrustegi (Numancia).
Así, la base del primer equipo está siempre compuesta por una columna vertebral formada en la propia casa que se complementa con fichajes externos que sirven para cubrir esas posiciones en las que generar talentos resulta más complicado. Se asegura así Osasuna la perenne presencia de jugadores que han mamado el carácter de la casa, que se identifican plenamente con el club y que tienen el respaldo de los aficionados. Puntos a favor muy importantes y que le otorgan cierta ventaja con respecto a otros equipos más desnaturalizados, con jugadores de aquí y de allá, donde no es difícil ver que cuando vienen mal dadas nadie da la cara.
Pero esta historia tiene otra cara que no suele ser plato de buen gusto para los aficionados por lo que supone en cuanto a pérdida deportiva, pero que es fundamental para la estabilidad del club. Y es que Osasuna se ha convertido en todo un especialista en vender a un precio excelente a sus canteranos cuando han destacado en el primer equipo. La tendencia viene arrastrada desde hace años, pero ha sido en las últimas campañas cuando el club rojillo ha recibido traspasos multimillonarios para abrir las puertas de la salida de la entidad a sus mejores promesas.
El récord en este sentido lo ostenta el traspaso del Raúl García al Atlético de Madrid. Los colchoneros abonaron al club navarro 13 millones de euros por el fichaje de un centrocampista que en su primera etapa en la ribera del Manzanares no rindió como se esperaba y que regresó a Pamplona la pasada campaña para disfrutar de minutos, recuperar el ritmo y regresar en el presente curso a las órdenes de Simeone.
En alrededor de seis millones de euros se cerró el traspaso de David López a un Athletic que encuentra pocos amigos en Pamplona. Históricamente el club bilbaíno ha tenido en tierras navarras un gran caladero de futbolistas y eso no sienta nada bien en el entorno de Osasuna, incapaz de competir en lo monetario con los rojiblancos y que sistemáticamente ve espoliados sus dominios. Mucho han dado de sí estos roces que en algunas ocasiones han ido más allá. Una de las últimas fricciones entre ambos clubes data del traspaso de Javi Martínez, también cifrado en seis millones de euros. Un jugador juvenil, que ni siquiera había jugado en el primer conjunto osasunista, causó un terremoto de enormes magnitudes tanto en Pamplona como en Bilbao. Los primeros porque perdían a su gran figura del futuro y los segundos porque no entendían cómo se podía pagar esa millonada por un juvenil. Ahora que el centrocampista está en el Bayern Munich, Osasuna también ha de percibir una compensación que ronda los 800.000 euros en concepto del mecanismo de solidaridad por la formación del futbolista.
Cifras cercanas a esos mil millones de las antiguas pesetas fueron las que percibió Osasuna por los traspasos de los dos laterales más prometedores del fútbol español junto a Jordi Alba. César Azpilicueta puso rumbo a Marsella por una cantidad que se cifraba entre 6 y 9,5 millones dependiendo de objetivos, a los que había que añadir otro beneficio en caso de plusvalía en un traspaso posterior, como el que llevó al jugador del Olympique al Chelsea. Un caso similar al de Nacho Monreal, que se fue al Málaga por 6 millones y ahora también está en Inglaterra en el Arsenal.