Pocos son los exámenes que le quedan por aprobar al Deportivo Alavés esta temporada, pero quizá uno de ellos era solventar un duelo de igual a igual con un oponente de su misma condición. Escasos eran los que se habían disputado hasta la fecha a lo largo del presente curso, ya que tampoco son muchos los clubes con el potencial que manejan el conjunto vitoriano o el Eibar. Precisamente, el sabor de boca que había dejado este duelo en la primera vuelta no podía ser peor para los vitorianos, que en once minutos trágicos perdieron un partido en el que no merecieron semejante castigo. Ayer, una vez más, los de Natxo González se plantaron serios y seguros ante un rival de alto calibre y acabaron resolviendo el partido a base de calidad individual en una acción aislada dentro del arreón final del equipo. El valor de los puntos es el mismo que en otros compromisos, pero el poso que deja en el equipo sirve para incrementar aún más sus esperanzas de cara a un futuro en el que se encontrará de nuevo con duelos de este tipo.
La seriedad defensiva es la clave principal de este Alavés y sobre la base de la portería segura se volvió a cimentar el juego. Vive en la tranquilidad casi permanente Iván Crespo desde que viste la camiseta albiazul y la de ayer no fue una excepción. Apenas una intervención a disparo de Arruabarrena tuvo el cántabro, que también vio cómo un par de balones se iban cerca de sus palos.
Atada en corto la delantera más peligrosa de toda la categoría de bronce, el cuadro albiazul planteó una batalla campal en el centro del campo para entorpecer al máximo la circulación eibarresa. El trabajo destajista de Jaume y Beobide viene reportando excelentes réditos a lo largo de todo el curso y ayer se repitió ese ejercicio de fortaleza y solvencia protagonizado por estos dos picapedreros del fútbol que dejan pasar muy pocos balones y obligan a un esfuerzo máximo a los atacantes, que si les sobrepasan alcanzan muy tocados las posiciones de verdadero peligro donde les espera una defensa que se los encuentra ya bastante maduros.
Con esa seguridad atrás, después llega el momento de sacar partido a las individualidades que esta plantilla tiene en vanguardia. Por muy espeso que sea un partido, siempre se acaba generando una acción de peligro. Y ahí este equipo tiene un veneno mortal al poder proceder la picadura de cualquier elemento. Así se puede encarar un play off con enormes garantías.