en la visita de ayer a Zaragoza el Deportivo Alavés volvió a evidenciar que no le gusta vivir por debajo en el marcador, que se siente incómodo cuando le toca afrontar partidos a contracorriente. Hasta en tres ocasiones, con la de ayer ante el filial blanquillo, se ha visto el equipo de Natxo González superado por su rival en el marcador y en las tres ha acabado doblando la rodilla. Curiosamente, las únicas tres derrotas que aparecen reflejadas en el casillero albiazul en todo el curso, brillante por otra parte.

Los choques contra el Eibar y la Real Sociedad se presentaban como los únicos precedentes de una peligrosa tendencia que tuvo su tercer capítulo ayer en la visita a un Zaragoza B que demostró ser un equipo de calidad al que va a resultar difícil superar una vez que ha encontrado el buen rumbo tras un mal arranque de curso. Tanto armeros como txuri urdin eran hasta la fecha los únicos equipos que se habían puesto por delante contra el equipo vitoriano y los dos se acabaron llevando el triunfo. Lo mismo que ocurrió ayer en tierras aragonesas, donde el conjunto vitoriano, además, dejó unas sensaciones bastante negativas al no ser capaz de meterse en harina decididamente hasta que el resultado estaba prácticamente decidido.

Y es que, sin lugar a dudas, el de ayer se puede calificar como el peor partido que ha jugado este equipo a lo largo de todo el curso, sobre todo cuando a domicilio estaba acostumbrado a protagonizar partidos muy serios, de enormes solvencia defensiva y aprovechamiento máximo de las ocasiones. Nada de eso se pudo ver ayer en la ciudad deportiva del club blanquillo, donde el Alavés fue la sombra de sí mismo y acabó pagando con la derrota unos errores a los que no tiene acostumbrados a su parroquia.

El tropiezo fue bastante diferente a los dos sufridos anteriormente, ya que en esta ocasión el Alavés no dio la sensación de poder llevarse el partido casi en ningún momento. El gol en el minuto 14 le dejó tocado y no fue capaz de sobreponerse hasta la segunda parte. Cuando más lo intentaba, cuando trataba de atosigar al rival, un nuevo fallo al no sacar un balón con rapidez de atrás provocaba que el duelo quedase finiquitado. No ocurrió así en Eibar, donde once malos minutos se pagaron. Tampoco ante la Real, donde el Alavés fue superior pero erró en el remate. Pero, a fin de cuentas, otro partido que se pierde tras ir por detrás.