Solo. Así se ha quedado Borja Viguera en la vanguardia del Deportivo Alavés. Si la demarcación de delantero centro ya se entreveía como compleja cuando se dio por zanjada la confección de la plantilla al contar solo con dos jugadores y el añadido del impredecible y en baja forma Juanma Delgado, la acumulación de lesiones en dicha zona propiciará que el riojano sea el encargado de tirar del carro ofensivo, de ejercer de referencia arriba, en el tramo final del año. Y Viguera cuenta con muchas virtudes, pero ya en repetidas ocasiones ha demostrado sobre el terreno de juego que no se encuentra a gusto cuando le toca ejercer de única referencia. Incómodo en la soledad vive este delantero peculiar, que gusta más del fútbol asociativo, de la brillantez del pase y del movimiento entre líneas que de la estancia permanente y contemplativa en el interior del área a la espera de cazar un remate.

El jugador formado en las categorías inferiores de la Real Sociedad ha destacado a lo largo de toda su carrera por su enorme habilidad y talento para generar desequilibrios en las cercanías del área. Tiene capacidad para el regate, para el desborde, para el pase y también para el gol, pero lo suyo no es hibernar en el área esperando que le llegue un balón. Ni mucho menos, ya que gusta más de descolgarse o de dejarse caer a las bandas para crear él mismo las jugadas. En resumen, que en poco se parece a esos nueves a la antigua usanza que cuentan con el remate como la mejor, y casi única, de sus virtudes. Cuando toca ejecutar, ejecuta. Ahí están sus cinco goles en el presente curso que le igualan a Guzmán al frente de la lista de goleadores alavesista. Y, pese a ello, sus facultades van mucho más allá del arte definitorio.

Esta particular tendencia de Viguera ya ha quedado reflejada sobre el césped esta temporada en las ocasiones en las que le ha tocado ejercer como ariete. No han sido muchas, apenas siete, pero el riojano les ha imprimido su propio estilo a esas ocasiones en las que le ha tocado actuar en solitario arriba. Y, todo hay que decirlo, el juego del equipo se ha resentido bastante cuando así ha sido.

El problema viene asociado a las cualidades del propio jugador, a su tendencia a bajar a recibir balones. Esa querencia por alejarse del área, por querer ser importante en las labores creativas, ha propiciado la pérdida de la referencia atacante en el interior del área. Así, dentro de un equipo con marcada apuesta a la llegada por las bandas, los centros desde derecha o izquierda se encontraban en muchas ocasiones con la ausencia de un rematador a la espera de esos balones colgados. Simple, pura y llanamente porque no se puede dar el pase en el centro del campo y llegar pocos segundos después en busca del gol.

Toda esa problemática ha desaparecido cuando Viguera ha jugado en compañía. Además de como delantero centro, Natxo González ha utilizado al riojano como enganche en la mediapunta dentro del 4-2-3-1 más habitual y también escorado a la banda izquierda cuando ha optado por variaciones en el sistema y ha apostado por actuar con dos delanteros o incluso con tres hombres arriba como en la reciente visita al Camp Nou.

Ahí, en el movimiento entre líneas, en la creación y definición a partir de la misma, es donde verdaderamente brilla el riojano. Y también hace brillar a los demás. Por eso no llama la atención que cuatro de sus cinco dianas y sus tres asistencias de gol hayan llegado cuando ha jugado acompañado arriba.

El único gol que ha marcado jugando como nueve fue contra el SD Logroñés. Y encima fue en un saque de esquina. En sus otras cuatro celebraciones, todas ellas con el balón en juego, su posición en el campo venía determinada por el reparto en la responsabilidad ofensiva. Como ante Catarroja y Huracán, cuando formaba tándem con Negredo; contra el Amorebieta, donde le acompañaba Juanma; o frente al Barcelona, donde formaba parte de un terceto al lado de Luismi y Jonan.

Rompe Viguera el refrán que dice que mejor se está solo que mal acompañado y la labor ahora de Natxo González, con las contadas ausencias de Juanma y Negredo, es buscar la mejor solución para un Alavés mermado de recursos ofensivos y para el que será necesario innovar variantes con el objetivo de seguir firme en su andadura hacia el primer puesto del Grupo II.