El de hoy es un gran día para promulgar el alavesismo, para sacar al balcón las banderas albiazules, enfundarse una de las múltiples camisetas que El Glorioso ha vestido a lo largo de su nonagenaria historia y gritar a los cuatro vientos el orgullo que se siente por llevar en la sangre los colores de un equipo más acostumbrado a las penurias que a las alegrías pero cuya sonrisa reluce ahora de nuevo. Mendizorroza volverá a llenarse esta noche de mucho alavesista convencido, de otros que regresaran al lugar del que se fueron y de bastantes que, todo hay que decirlo, se pasarán por el estadio del Paseo de Cervantes con intención de ver al Barcelona. Unos y otros participarán en una gran fiesta, una celebración que tiene que servir como preludio de tiempos futuros mucho mejores.

El optimismo en la masa social albiazul está desatado esta temporada. Son tantos años de desgracias que el más mínimo rayo de luz supone un atisbo para la esperanza. Así, confiados en un futuro mejor, se encuentran Jesús Mari Barrio, Óscar Abad y José Miñambres, que suponen una pequeña representación de una de esas cuadrillas que pueblan las gradas de Mendizorroza haga frío o calor; en Primera, en Segunda o en Segunda B; contra Barcelonas y Lemonas.

"Hay muchas ganas de ir al partido porque tenemos la posibilidad de ver a un equipo de Primera División después de mucho tiempo. Llevamos cuatro o cinco años en los que el fútbol brilla por su ausencia, aunque parece que esta temporada las cosas están cambiando mucho", reconoce Óscar.

Miembros de la recién inaugurada sociedad Gaupatxa en Ibaiondo, estos tres seguidores acérrimos y sus compañeros de cuadrilla intentan inyectar alavesismo en las venas de sus allegados. Sus respectivos hijos, desde la más tierna infancia, ya muestran con orgullo los colores azul y blanco. Eso sí, reconocen que no es sencillo en una ciudad que futbolísticamente se encuentra excesivamente dividida y en la que se echa bastante en falta que mayoritariamente se apoye al equipo que la representa.

"En Vitoria no se ha vivido el alavesismo. Ni siquiera en los buenos tiempos. Aquí hemos tenido la Copa de la UEFA y el campo no se llenaba. Mucha gente va a ir ahora porque viene a jugar el Barcelona", lamenta Jesús Mari, que al tiempo que se expresa y posa para el reportaje fotográfico soporta estoicamente las bromas de compañeros de su sociedad animando al Athletic, al Real Madrid, e, incluso, al Deportivo de La Coruña. El mismo mal de siempre para el que no parece existir remedio.

Todos acumulan más años de abonados de los que pueden recordar, pero José recuerda el paréntesis que tuvo durante la estancia de Dmitry Piterman en la presidencia. Tras la marcha del ucraniano, él recuperó su carné. Muy al contrario de muchos que prometieron regresar a Mendizorroza cuando las aguas retornaran al cauce de la normalidad. Por eso, considera que la visita del Barcelona puede ejercer de gancho para atraer a más gente al campo.

"El tema de las entradas ha sido un poco caótico por falta de información, pero la política de precios ha sido muy buena y está claro que el campo se va a llenar. Se vive demasiado que es el Barça, pero al Alavés le tiene que servir. Hay que intentar arrancar con esto, que la gente se enganche al equipo. Además, seguro que el dinero viene bien para hacer algún fichaje", asegura José, que en la cuadrilla ya tiene un par de amigos que se han animado a ir al campo esta temporada con los buenos resultados.

Esa ilusión de futuro sirve para ir haciendo planes, para volver a programar alguno de esos viajes que en el pasado les ha llevado allá donde fuera el equipo para seguir sus andanzas. Veteranos de Dortmund que recuerdan con especial cariño "el viaje en tren a La Coruña en el partido de vuelta de la Copa de 1998". Vamos, cuando El Glorioso dio el aldabonazo plantándose en semifinales y ellos convirtieron el convoy en una fiesta. De momento, ya están preparando el viaje a Lleida del próximo mes de abril, aunque esperan que no sea el último que les toque organizar porque la vista está puesta en el play off.

Optimismo desatado Y es que este Alavés de Natxo González tiene un regusto a pasado. Pero qué glorioso pasado. Las comparaciones entre el técnico vitoriano y el que ha sido el mejor entrenador de la historia del club son recurrentes. "Tenemos otra vez el método de Mané. Somos un equipo serio, bien organizado y muy fiable. Este año hay algo diferente, parece que la suerte, por fin, nos ha cambiado", sostiene Óscar.

Tal es el optimismo que Jesús Mari ve la piscina llena de agua para tirarse de cabeza aunque venga el Barcelona. "Les vamos a meter cuatro", aventura, alborozado y de vida voz, mientras golpea con un cucharón una cacerola. Se sonríen los presentes en la sociedad Gaupatxa como diciendo por lo bajo que más fácil será que el resultado pronosticado se dé pero al revés.

En este sentido, José pone los pies sobre la tierra, aunque sin dejar de lado la esperanza a la vez que lamenta el formato de una competición anclada en el pasado y de nulo atractivo: "La pena es que la Copa no se juegue a un partido, que ahí puedes meter un gol de chamba y con un poco de suerte...".

En esa misma línea se mueve Óscar, que asume la dificultar de superar a todo un Barcelona en un duelo a doble vuelta, aunque él también apuesta todo al albiazul en Mendizorroza. "Hace tiempo ya vimos jugar a Guardiola y esa gente, que eran muy buenos, pero es que los de ahora son mejores todavía. Messi, Iniesta, Xavi... Es muy difícil, pero a ver si vemos una genialidad y les demos un sustillo, aunque luego allí nos metan la del pulpo", aventura.

Todo esta listo en la cuadrilla para vivir este histórico partido que ha de ser germen de días de mayores glorias. "A las siete prepararemos una meriendita en la sociedad con la cuadrilla para no tener que ir con el bocata a cuestas", avanza Jesús Mari. Disfrutar antes, durante y después del partido. Y tratar de asustar al todopoderoso Barcelona. Ese es el objetivo de toda una afición que vuelve a sentirse orgullosa de exhibir su alavesismo.