Vitoria. El 20 de noviembre de 2010 fue el último día en el que Juanma Lillo se sentó en un banquillo profesional, en el del estadio de los Juegos Mediterráneos cuando dirigía al Almería. Circunstancias de la vida, el alumno aventajado, Pep Guardiola, fue el que acabó propiciando la destitución de su maestro, al que se acercó por primera vez en 1996 cuando el tolosarra entrenaba al Oviedo y que fue su profesor y confidente a lo largo de los años que llevaron al de Santpedor desde los terrenos de juego a los banquillos. Ocho goles tuvieron la culpa de que el preparador guipuzcoano se quedara sin trabajo. Incluso para él, profundo conocedor de los conceptos que maneja el Barcelona, fue imposible encontrar el antídoto a semejante y mortal veneno.

"Tú puedes saber lo que van a hacer, pero si no sabes cuándo van a hacerlo es como si no lo supieras. Messi te avisa por dónde va a ir mientras se te está yendo y se te va. Los jugadores muchas veces nos tendrían que decir a los entrenadores que saliésemos a jugar nosotros para hacer lo que decimos. En la pizarra todos somos muy buenos y ganamos porque nuestro equipo siempre es el más rápido y el otro no se mueve, pero lo que propone un técnico no tiene luego casi nada que ver con lo que pasa en el campo. En el fútbol, como en la vida misma, es mucho más lo que la realidad dispone que lo que la persona propone", asegura el tolosarra, que ni de lejos se atreve a valorar cuál ha de ser la propuesta del Deportivo Alavés para tratar de hacerle daño al Barcelona.

Lillo considera que lo más importante es no renunciar al estilo propio que un entrenador haya marcado a su equipo por el hecho de tener que enfrentarse al Barcelona, que puede dejar resquicios si sigue sin someter a sus rivales a base de encadenar un pase detrás de otro. "No hace falta que salgas con el autobús porque ya te meten ellos dentro y eso es lo que está ocurriendo ahora, que no obligan al rival a pegarse tanto a la portería y de vez en cuando puede echar a correr. Si te meten en tu campo, empiezan a hacer los criterios del juego de posición, te meten veinte o veinticinco pases... Date por muerto", señala.

Considera el técnico guipuzcoano que si el Barcelona saca a relucir su mejor versión es prácticamente inabordable, pero no solo para el Alavés. Tanto en las competiciones estatales como en las europeas han dado enormes demostraciones los culés a lo largo de los últimos años, empequeñeciendo a los más grandes rivales y en las citas más relevantes del calendario.

"Lo más importante es que son muy buenos. Son campeones, pero encima de qué manera, haciendo sentir pequeños a los rivales. El Alavés y sus aficionados lo que tienen que hacer es disfrutar de este partido", asegura Lillo, que, eso sí, deja abierto el margen para la sorpresa albiazul mañana.