Vitoria. tenía doble filo el enfrentamiento de ayer por la tarde contra el Peña Sport, un rival que en otro tipo de circunstancias seguramente hubiese resultado mucho más accesible pero que se presentaba en Mendizorroza con piel de cordero intentando pescar en un río revuelto propiciado por el cansancio acumulado por los jugadores del Deportivo Alavés en una semana especialmente intensa y emotiva, marcada por una clasificación para la cuarta eliminatoria copera y un futuro enfrentamiento con el Barcelona que bien podrían haber conducido a una poco recomendable resaca en forma de tropiezo. No se vio la mejor versión de la presente campaña del cuadro albiazul, pero la seriedad ejerció de medicina para no pasar padecimientos y el acierto en un contragolpe fue más que suficiente para sumar una nueva victoria y otros tres puntos que sirven para redondear una semana que no podía haber salido mejor.

Desde los primeros minutos se notó que al Alavés le faltó la frescura y la chispa que les son habituales, lo que propició que el nivel de intensidad al que acostumbra jugar sus partidos se viera reducido en varias revoluciones. El equipo jugó durante mucho tiempo al paso ante un rival muy pertrechado atrás y son nulas intenciones de abrir espacios. Sin velocidad entre líneas, provocarlos era casi imposible, aunque no faltaron claras oportunidades gracias a la calidad futbolística que atesoran algunos futbolistas del Alavés.

Mención especial en este sentido merece Jonan García, generador de peligro en casi todas sus apariciones pero que en demasiadas ocasiones se encuentra muy solo en estas labores que son fundamentales ante equipos que se presentan en Mendizorroza con nulas intenciones de jugar el balón y lo ceden siempre al propietario del campo. La apuesta de nuevo por el doble pivote compuesto por Jaume y Beobide lastra mucho esa capacidad de generar juego, pero las circunstancias obligan y, en este sentido, al incorporación de Agustín es una noticia muy positiva porque el central extremeño es de los que gustan de salir desde atrás con criterio.

A pesar de esa falta de clarividencia propiciada también por la pesadez de las piernas, lo que no perdió el Alavés es su tradicional seriedad defensiva. Sobre esa base tan sólida es mucho más fácil asentar los buenos resultados, por lo que al final conseguir el gol era cuestión de tiempo y de acierto. Lo encontró el cuadro albiazul en una disciplina que le era vetada hasta la fecha, el contraataque. A pesar de no practicarlo demasiado en sus partidos, el equipo demostró tenerlo bien trabajado para montar una contra que le dio la efectividad que precisaba.