Vitoria. Un año más, y con este van cuatro, el Deportivo Alavés se sitúa en la casilla de salida de la temporada liguera con el objetivo ineludible de pelear por el ascenso. Tres intentonas frustradas en tres campañas convulsas hasta el punto de que en cada uno de ellas han cambiado los entrenadores, los directores deportivos, la mayor parte de la plantilla y las directivas no han hecho sino acrecentar la presión en el entorno de un club que por prestigio e historia merece un puesto en las categorías nobles del fútbol estatal. Este año, a pesar de que la directiva repite -y eso es noticia-, se ha optado de nuevo por una ruptura total con el pasado. Y a falta de cuatro días para que el cuadro albiazul arranque la competición, la renovación completa a la que ha sido sometido el equipo lo convierte en una incógnita que, pese a todo, arrastra como ya es tradición una condición de favorito que deberá refrendar sobre el césped en los meses venideros.

El Alavés de Nacho González ha esbozado en los amistosos de las últimas semanas las señas de identidad con las que se presenta a la batalla en una temporada en la que la nueva composición del grupo le confiere, si cabe, mayores galones. El técnico vitoriano no esconde sus cartas. Su discurso es tan claro como sus planteamientos. El ascenso pasa por la configuración de un bloque defensivamente sólido, quizá poco vistoso pero solvente. En cualquier caso, mucho más consistente de lo que ha demostrado ser este equipo sobre todo en las citas como local desde que descendió al infierno de la Segunda B.

En un grupo del que han desaparecido los rivales de Castilla León, clubes históricos como el Salamanca, la Ponferradina o un incómodo vecino como el Mirandés, el Alavés ostenta un favoritismo todavía mayor, aunque cabe preguntarse si es por el potencial presente o por el peso de su escudo. En cualquier caso, jugadores, técnicos y prensa sitúan al combinado albiazul entre los grandes candidatos a pelear por ocupar uno de los cuatro puestos que conceden derecho a disputar el play off de ascenso a Segunda División, aunque una vez más acabar en lo más alto de la tabla parece el primer objetivo.

Los principales aspirantes a incordiar esa condición de eterno aspirante resultan bastante familiares para el aficionado del equipo vitoriano. La vida sigue igual en un lote en el que vuelven a aparecer conjuntos históricos como el Eibar o el Real Unión y donde habrá que ver hasta qué punto la excepcional temporada que firmó el pasado año el Amorebieta fue sólo cuestión de casualidad o una consecuencia lógica al trabajo bien hecho.

El cambio de configuración geográfica del grupo, con la entrada de clubes aragoneses y parte de los catalanes ha integrado en el grupo a otro histórico como el Lleida, que ha vivido tiempos mejores pero que como hizo la temporada pasada parte con el objetivo de pelear por una plaza en la liguilla de ascenso. El cuadro ilerdense, que también ha reducido su presupuesto pero cuenta con algunos jugadores de enorme calidad para la categoría, entra a formar parte de ese ramillete de equipos que parecen llamados a discutir la hegemonía que el Deportivo Alavés pretende imponer en el grupo para hacerse con el liderato al término de las 38 jornadas de competición. A partir de ahí, más que incógnitas que certezas, y ante todo muchos equipos que saben de antemano que su lucha estará más centrada en salvar la categoría que en mirar hacia arriba.

Entre los rivales que generan dudas se encuentran los dos pretendidos herederos del histórico Logroñés. Por un lado habrá que ver si se consolida definitivamente el proyecto de la Unión Deportiva, con el empresario Félix Revuelta a la cabeza, que ya el pasado año en la segunda vuelta demostró que una mejor planificación de la temporada podría incluso haber valido su inclusión entre los cuatro mejores. Por el otro, el recién ascendido Sociedad Deportiva Logroñés. Con el mítico Agustín Tato Abadía en el banquillo, algún veterano ilustre como Gerardo García León y varios jugadores de calidad, varios de ellos formados en la cantera de Osasuna, este equipo con sólo dos años de historia, fundado en 2009 pero con un presupuesto interesante, pretende seguir quemando etapas y escalando categorías. Por el momento, en sus dos años de andadura, ambos en la Tercera División riojana, ha obtenido un campeonato y un subcampeonato.

Del resto de equipos, al menos a priori, se espera poco. No quiere decir esto que se trate de un grupo fácil, sino más bien al contrario. Simplemente parece un tanto descabellado, salvo que alguno de los filiales dé la campanada (hay cinco: Real Sociedad, Athletic, Racing Osasuna y Zaragoza), que ningún otro equipo vaya a poder pelear por el ascenso.

De rivales como el Sestao, la Gimnástica o el Barakaldo, donde el Alavés inicia su andadura, se sabe que serán complicados a domicilio. Y luego hay una serie de equipos, como los navarros, el Noja o el Teruel que, a priori, van a pasar más apuros y que, siempre en teoría, no deberían resultar obstáculo para un Alavés que a la cuarta sí espera que sea la vencida.