Vitoria. Uno más que cae. La plantilla y cuerpo técnico del Deportivo Alavés vive en un corredor de la muerte a la espera de conocer quien será el siguiente en recibir la llamada fatídica. Una llamada que en ocasiones ni siquiera llega, dando por supuesta la condena -hasta ahí todo correcto-, pero sin conceder al reo siquiera un último pitillo. Qué menos.
Iñaki Ocenda ha sido el último en atravesar este lúgubre pasillo. Lo ha hecho del mismo modo que los que tuvieron la suerte de atravesarlo antes que él, otros ni eso. Raudo, fugaz. Todo ello pese a haber formado parte de la familia alavesista por un periodo cercano a las dos décadas. "Tras veinte años en el club me merecía cinco minutos", opina la última víctima de la remodelación que se está llevando a cabo en el Paseo de Cervantes. Una remodelación a fondo. Tan en profundidad que únicamente el escudo y la camiseta a franjas azules y blancas permitirán reconocer al Glorioso el curso próximo.
Ocenda es historia reciente del club en múltiples estratos, un hombre de club que ha estado ligado al Alavés en diferentes etapas. Pero no es necesario bucear en el pasado lejano para rescatar el meritorio del gasteiztarra. La temporada pasada, el ya exalbiazul fue elegido para tomar las riendas del equipo de juvenil de honor, que recuperaba la categoría. Pese a la condición neófita del cuadro en la división, consiguió adjudicarse la cuarta plaza. Nunca había alcanzado esas cotas en esta categoría. Todo un logro.
Pese a todo, Ocenda, como la mayoría de los involucrados en esta sucesión de despedidas a la francesa por parte de la directiva -a la inversa en realidad-, comprende las leyes del mundo del balompié y no exige explicación alguna a este respecto. Quien entra en la rueda, acepta las condiciones que impone el deporte rey, capaz de fabricar ídolos en un satiamén y capaz también de hundirlos a la velocidad de la luz. "Los que estamos en el fútbol entendemos estas situaciones", admitía desde la honestidad del peón. El rey de este tablero parece dispuesto a prescindir de alfiles, torres caballos y, por supuesto, peones. La jugada está marcada desde hace tiempo.
Por ello, por lo premeditado -o al menos ésta es la deducción lógica si se está al tanto de la coyuntura- de los movimientos que se están propiciando desde la cúpula directiva de Saski Baskonia, no se termina de entender la parsimonia en estas notificaciones. "Creo que nos han alargado la agonía", expresaba Ocenda. Los plazos en el mundo del fútbol son, en muchos casos, determinantes, y la más mínima dilación puede tirar por tierra un futuro contrato. Así lo cree también el gasteiztarra, para quien "en el fútbol una semana te puede condicionar".
Relevo Pese a que, hasta el día de ayer, no existía confirmación oficial por parte del club, el puesto de Ocenda lo acabará el catalán Carles Claramunt, que en breve firmará y pasará a realizar las funciones de asistente.
Se entiende que el fichaje de Claramunt sería una petición expresa del nuevo comandante de la nave alavesista desde el banquillo, Nacho González. González coincidió con el que se prevé segundo técnico babazorro en su etapa en el Reus Deportiu y en el San Andreu, ambos clubes catalanes.
Claramunt y González otorgaron al Sant Andreu una de la épocas más exitosas en toda su existencia tras haber jugado dos promociones de ascenso consecutivas y haber ganado, en su primera campaña, la Copa Cataluña. Primero el Alcorcón y luego, Ponferradina y Barcelona B (tuvo dos oportunidades al haber liderado su grupo) cercenaron el sueño catalán.