Vitoria. Nueve años después de tomar la puerta de salida, con un currículo sensiblemente más abultado y alguna cana más de las que peinaba cuando se despidió de Mendizorroza, el vitoriano Nacho González ejerció en la tarde de ayer de hijo pródigo y regresó al estadio del Paseo de Cervantes para tomar posesión del banquillo local. De esta manera, el técnico que tuvo que emigrar a Cataluña para destacar con el Reus y el Sant Andreu acepta el enorme desafío de conducir al Deportivo Alavés en una complicada singladura que únicamente cuenta con un destino válido, el ascenso a la Segunda División.

En su puesta de largo como preparador del primer equipo -tras haber pasado anteriormente por todos los escalafones de las categorías inferiores-, González estuvo acompañado por el presidente, Avelino Fernández de Quincoces, y el recién nombrado director deportivo, Javier Zubillaga. De ambos, recibió un claro respaldo pero también un igualmente diáfano mensaje de máxima exigencia. "Sólo llevamos un año al frente del club pero a la tercera va la vencida y estoy plenamente convencido que en esta ocasión hemos acertado con la elección del entrenador y los resultados van a venir de la mano de este acierto. Nacho remonta el Ebro para regresar al lugar del que salió y su alavesismo servirá de acicate e ilusión para que el equipo crezca y él desarrolle sus funciones", arrancó el directivo.

Pero, sin duda, el gran protagonista de la tarde era Nacho González, que no ocultó la "satisfacción" que suponía para él volver a sentarse en la sala de prensa de Mendizorroza. "Como es fácil de imaginar, estoy muy contento e ilusionado de volver al lugar donde empecé a crecer como entrenador. Cuando uno se marcha de un sitio como el Alavés siempre lo hace con el objetivo de poder volver algún día para hacerse cargo del primer equipo y en mi caso lo he conseguido. Me fui en busca de otros proyectos y, gracias a Dios y al trabajo, no me ha ido mal. Nueve años después, aunque me queda todavía mucho por aprender, tengo más experiencia y conocimiento. Del Nacho que se fue al Nacho que regresa hay bastantes diferencias, pero para mejor", argumentó el nuevo inquilino del banquillo vitoriano.

González desveló que pese a que su nombre siempre ha estado durante los últimos años en las quinielas de los candidatos a hacerse cargo del Alavés, esta ha sido la primera y única ocasión en la que se ha producido un contacto directo entre ambas partes. "El club no había hablado nunca conmigo hasta principios de esta semana. Cuando coges el teléfono y te dicen que han pensado en ti, es inevitable sentir un cosquilleo en el estómago y mucha ilusión porque es el Deportivo Alavés, con todo lo que conlleva, y te ofrece la posibilidad de poder volver a los orígenes", apuntó.

Sin más presión En cualquier caso, el nuevo entrenador albiazul -que se ha comprometido por una única temporada sin cláusulas de posible renovación y llega sin ningún integrante del cuerpo técnico junto a él- negó que su condición de vitoriano y hombre de la casa albiazul vaya a provocar que tenga que hacer frente a una mayor responsabilidad. "No hay presión, la presión es la que te pones tú mismo, no la externa. Entrenar al Alavés siendo de aquí es especial, pero la responsabilidad es igual", destacó.

Cuestionado sobre el modelo futbolístico que pretende implantar en El Glorioso, González se mostró partidario de disponer de cierta flexibilidad para poder hacer frente a las diferentes situaciones que se vayan presentando de la mejor manera posible pero, al mismo tiempo, ofreció un claro esbozo de por dónde pueden ir sus líneas de actuación. De esta manera, dejó claro que no vuelve a a Vitoria a "pasar el rato", sino que retoma el contacto con el Alavés dispuesto a "trabajar duro" para construir un equipo "fiable, con personalidad, disciplinado y capaz de adaptarse a diferentes situaciones de partido". En este sentido, incidió en que "la fiabilidad te lleva a ganar partidos cuando juegas bien y a no perderlos cuando estás menos brillante". Conocida la teoría, ahora únicamente resta que Nacho González sea capaz de llevar a la práctica estos preceptos con éxito y sacar al Glorioso del pozo de la Segunda División B.