Vitoria. Lo casi nunca visto por estos lares. Y mucho menos a lo largo de esta etapa de tres temporadas en Segunda B. Tres jornadas consecutivas repitiendo la misma alineación lleva José Carlos Granero. El técnico valenciano parece que ha encontrado su particular fórmula mágica con las modificaciones tácticas y de jugadores por las que apostó en el partido que abrió la segunda vuelta liguera ante Osasuna y que ha mantenido firmes ante la Real Sociedad y el Real Unión. Parecía que ante el cuadro irundarra el preparador albiazul iba a dar una vuelta de tuerca, aunque fuese pequeña, a ese once que ya había repetido, pero al final fueron los mismos titulares que en los dos partidos anteriores. Además, la identidad de los jugadores que han entrado como refresco avanzados los partidos no ha variado demasiado ya que en estos tres compromisos el técnico levantino solo ha echado mano de otros cuatro jugadores más. Los resultados con este bloque de quince han sido muy positivos, ya que el Deportivo Alavés se ha hecho con siete de los nueve puntos puestos en juego. Eso sí, la ausencia de Quintanilla en Eibar obligará a Granero a replantearse su once.

En unos casos como apuesta personal y en otros como obligación, a lo largo de las tres últimas jornadas Granero ha encontrado un once que le ha funcionado bastante bien. La presencia de Rangel en la portería ha sido una constante desde el arranque del curso que se va a mantener inamovible hasta que el preparador valenciano decida darle una oportunidad a Alex Sánchez.

A su alrededor se ha conformado una línea bastante solvente después de las dudas defensivas del primer tramo del año. La resurrección de Óscar Rubio, la solvencia de Luis Prieto, la omnipresencia de Dani López en la izquierda y la agradable sorpresa de Quintanilla han dado cierto equilibrio a una zaga en la que Jon Moya se ha convertido en un relevo de garantías. Granero pensaba en el vizcaíno como lateral en Eibar, pero finalmente tendrá que utilizarle como central tras la lesión de Quintanilla el sábado.

En el centro del campo, la apuesta por la pareja Lázaro-Palazuelos también ha dotado de fortaleza al equipo. El navarro es inamovible como pivote defensivo, mientras que el cántabro ha conseguido convencer en muy poco tiempo a Granero con su gran despliegue físico y su zurda no exenta de calidad. Esta combinación ha llevado a Indiano al banquillo, pero este cambio de rol también le ha sentado bien al madrileño, que en los últimos partidos ha vuelto a ofrecer su mejor nivel saltando al terreno de juego con el partido avanzado.

En la línea de tres mediapuntas se produjo ante Osasuna la pequeña gran revolución del Alavés. La irrupción de Casares por el medio supuso un soplo de aire fresco para un equipo que echaba de menos un punto extra de velocidad. El gaditano ha aportado esa frescura con unos desmarques que han dado grandes beneficios al equipo, dejando para las bandas los centros de calidad de Sendoa y Salcedo.

El revulsivo para esta línea ha sido Meza Colli, mientras que el relevo de Geni en la punta de ataque ha sido Jito. El asturiano como ariete para desgastar y el catalán como estilete para definir.

Difícil entrar El buen rendimiento ofrecido por este bloque de quince jugadores le pone difícil las cosas al resto de integrantes de la plantilla alavesista que por una u otras razones no han tenido participación en los últimos compromisos. El que más fácil puede tenerlo es Azkorra, ya que el punta vizcaíno viene de una lesión, mientras que Kike Tortosa también va a tener su oportunidad más pronto que tarde. Granero confía en estos dos jugadores y en Eibar ya podrían ser de la partida definitivamente.

Otro que estaba lesionado, Fachan, lo tiene ahora difícil con el gran rendimiento de Óscar Rubio, aunque el lateral zurdo también podría ser una opción para el galo. Para otros, como Aridane y Javi Rubio, vestirse de corto de nuevo se pone bastante complicado tras caerse de las últimas convocatorias.