hay quien dice todavía que el fútbol español goza de una excelente salud, pero no por repetida esta mentira se convierte en verdad. Lejos de los focos mediáticos de la élite, en las catacumbas del balompié estatal los clubes siguen penando para llegar vivos, pese a las deudas, al final de la temporada. Aguantar como sea hasta el mes de junio para buscar entonces el milagro que evite el descenso administrativo parece ser el único objetivo de muchos de los habitantes de la Segunda División B. La mayoría lo acabarán consiguiendo, pero en breve ya serán tres equipos los que se hayan quedado por el camino.

No es ninguna novedad, ya que el camino que ahora van a tomar Poli Ejido, Sporting Villanueva y Sporting Mahonés ya lo recorrió hace un año el Cerro Reyes. Precisamente, este abandono de la competición del cuadro extremeño el pasado curso provocó una macabra frase entre los aficionados de estos clubes que ya arrancaron el curso con más que serias dudas acerca de su viabilidad. "A ver si no hacemos un Cerro Reyes", aventuraban estos pesimistas seguidores de entidades que comenzaron la competición ya comidas por las deudas. Algunos, de momento, malviven como pueden, pero para otros el final del trayecto se encuentra cercano.

Las primeras descalificaciones en confirmarse llegarán este fin de semana. Ni Poli Ejido ni Sporting Villanueva Promesas, ambos encuadrados en el Grupo IV, se presentaron el pasado fin de semana a sus respectivos compromisos a domicilio y ya han anunciado que mañana tampoco ejercerán de anfitriones. Almerienses y extremeños acumularán su segunda incomparecencia, con lo que serán descalificados de la competición. El Grupo IV quedará completamente cojo en la segunda vuelta al quedarse solo con dieciocho equipos.

Eso sí, no solo en la zona sur está golpeando fuerte la crisis. También el Grupo III está a punto de verse amputado de uno de los veinte equipos con los que arrancó la competición. Los dirigentes del Sporting Mahonés han anunciado en los últimos días que el club balear también renuncia a seguir compitiendo en Segunda B. Mañana no se desplazarán a Barcelona para enfrentarse al Sant Andreu y dentro de una semana sumarán su segunda incomparecencia ante el Orihuela para despedirse de esta manera tan triste de la competición.

En los tres casos, la falta de recursos económicos ha llevado a varios jugadores a tomar las de Villadiego, dejando bajo mínimos las fichas federativas. Como tampoco hay dinero para fichar -alguno de ellos tiene, incluso, los derechos federativos bloqueados por las denuncias por impagos-, no se pueden completar el mínimo de fichas profesionales exigidas, por lo que no pueden competir.

Estas tres desapariciones echan una nueva palada de tierra sobre un fútbol estatal ya de por sí pauperizado y ponen en evidencia la necesidad de una reforma profunda del funcionamiento del mismo, con más garantías para los jugadores y la exigencia a los clubes de cumplir unos requisitos económicos mínimos para empezar a competir.