Vitoria. De la tempestad a la calma a través de un cambio de actitud y juego que propició que la parroquia de Mendizorroza viera, por fin, al Deportivo Alavés con el que sueña. Un equipo de tratar el balón con cariño, de moverse con velocidad, de morder al rival en sus acometidas y de pelear cada metro del campo en pos de la recuperación. Un equipo volcado al ataque desde el primer segundo, olvidándose de esta manera de esa mala costumbre de dejar los deberes para el final. Un equipo aspirante, a fin de cuentas. Ahora solo cabe esperar una continuidad y que todo lo visto no sea flor de un día

El Alavés comenzó a ganar este partido desde la salida por el túnel de vestuarios. Granero encontró lo que buscaba con la bronca que propició el viernes con la suspensión del entrenamiento. Exigía el técnico valenciano, vistos los precedentes, un cambio de actitud en sus jugadores. La apatía mostrada en anteriores comparecencias en Mendizorroza debía de ser desterrada de manera inmediata y la plantilla captó claramente ese mensaje con una puesta en escena que difería en mucho a la de actuaciones vistas no hace tanto tiempo.

Como si les hubieran abierto la puerta de toriles saltaron los alavesistas al césped de Mendizorroza, corneando a su paso a un Osasuna que no esperaba semejante ímpetu. Agresividad con el balón para plantarse con peligro en los dominios rojillos y también cuando el esférico estaba en pies del rival en busca de torpedear su salida y recuperarlo con la mayor celeridad posible.

La amenazante sensación albiazul no tardó en transformarse en peligro real tras una serie de llegadas continuadas que sirvieron para situar el área osasunista, que cayó rendida ante semejante insistencia en apenas cuatro minutos. Tras sembrar Casares el terror desde la mediapunta, un envenenado centro de Salcedo desde la izquierda lo desvió hacia su portería Cacicedo abriendo así el marcador en favor de un Alavés que hacía propósito de enmienda.

Tras lograr la ventaja, el equipo de Granero no se durmió en los laureles. La presión siguió siendo agobiante y las aproximaciones con peligro tampoco cesaron. En cualquier caso, Osasuna dejó claras sus aviesas intenciones pese a ese mazazo inicial y en varios balones a la espalda de los centrales sembró el desconcierto y consiguió generar cierta inestabilidad en el eje de una zaga que pasó por apuros con los pases en profundidad de Torres y la velocidad de Manuel.

Eso sí, los avances osasunistas generaban unos enormes espacios para unas contras alavesistas que no se hicieron esperar demasiado y que acabarían resultando mortales para el conjunto visitante, que pagó el pecado de dejar libertad a jugadores con la calidad que atesoran los albiazules. Sufre El Glorioso en las trincheras, pero si el rival le plantea un cara a cara su fenomenal pegada resulta imbatible.

Así se lo demostró a Osasuna con un contragolpe digno de recoger en vídeo. Conducción de Sendoa por la derecha abriendo el carril para la incorporación desde atrás de Óscar Rubio. Balón en profundidad para la cabalgada del catalán. Devolución hacia atrás para el vizcaíno, libre de marca. Y para poner el lazo a la jugada, remate marca de la casa del pichichi albiazul.

Con 21 minutos y 2-0 en el marcador podría decirse que el partido estaba visto para sentencia, pero ni mucho menos porque Osasuna no se arredró y mantuvo su planteamiento, dibujándose de esta manera un partido igual de abierto que el que se había visto hasta ese gol de Sendoa.

Siguió sufriendo, aunque cada vez menos, el Alavés con esos espacios que los navarros encontraban a sus espaldas, pero el conjunto albiazul también se las hizo pasar canutas a un Osasuna que pudo llevarse una goleada de escándalo. Al final fueron tres, haciendo este último el debutante Meza Colli, que no pudo tener un mejor estreno. Una victoria que tiene que ser la base, tanto actitudinal como futbolística, para seguir mejorando en el futuro.