Vitoria. Con el cierre de la primera vuelta liguera llega también el momento de repartir las primeras notas del curso y al Deportivo Alavés le ha caído encima un suspenso y, además, de los de nota no demasiado elevada. Insuficiente en resultados y también en rendimiento. Ni le da la nota por puntos ni le sirve su actitud para maquillar el escaso rendimiento. La necesidad de mejora es más que evidente, ya que de seguir en la misma racha de resultados que ha protagonizado durante los primeros diecinueve compromisos ligueros, la clasificación para la fase de ascenso allá por el mes de mayo suena a quimera. Y, en este caso, marcharse de vacaciones antes que el resto no es señal de haber finiquitado el curso con las notas esperadas. Al contrario, más bien, ya que son los alumnos aplicados los que tienen el premio de aspirar al cum laude dentro de un play off que en estos momentos se antoja complicado.
Más allá del quinto puesto dentro del Grupo II con el que el Alavés cierra la primera vuelta, los treinta puntos cosechados desde que la competición arrancara el pasado mes de agosto se antojan completamente insuficientes. Los son para estar en estos momentos entre los cuatro primeros clasificados y, por si fuera poco, complican mucho el panorama de cara a una segunda vuelta en la que la mejoría tiene que ser radical para poder ganar posiciones cargando con la pesada rémora que arrastra el equipo casi desde el arranque del curso.
La primera vuelta ha quedado dividida en dos mitades bien diferenciadas. La primera estuvo comandada por Luis de la Fuente. En nueve partidos, el conjunto albiazul solo fue capaz de sumar trece puntos, merced a tres victorias, cuatro empates y dos derrotas. Esos nefastos resultados para un aspirante al ascenso condujeron al relevo en el banquillo y con la llegada de José Carlos Granero se experimentó una mejoría que tampoco ha sido tan grande como se esperaba, ya que el valenciano ha cosechado diecisiete puntos en diez partidos, con cuatro victorias, cinco empates y una derrota.
Tanto en la trayectoria del primero como en la del segundo hay un apartado que destaca especialmente y que es la tendencia que tiene este Alavés a la igualada. Con nueve empates en su casillero, la mayoría de ellos ante oponentes de un nivel muy inferior al de los albiazules, la rémora de puntos perdidos se ha convertido en una sangría que hay que taponar cuanto antes. El equipo vitoriano ha demostrado que es difícil de batir (solo el Mirandés presenta menos derrotas), pero también ha quedado claro que le cuesta demasiado ganar.
Los treinta puntos cosechados a lo largo de la primera vuelta igualan el registro que se logró en el regreso a Segunda B con Javier Pereira en el banquillo. Lejos, muy lejos, quedan los 38 puntos cosechados por el cuadro albiazul la pasada temporada con Miguel Ángel Álvarez Tomé en el banquillo. Eso sí, con el leonés solo se lograron 28 puntos en la segunda vuelta, mientras que en la primera experiencia en la categoría de bronce entre Pereira y Ocenda lograron 32. Entonces, 62 puntos fueron insuficientes para alcanzar el play off, mientras que en la última campaña, con 66 se llegó al tercer puesto.
Fiascos individuales En esta complicada tesitura, la presencia de Granero en el banquillo es el clavo al que hay que agarrarse para mirar al futuro con optimismo. El técnico valenciano consiguió con su llegada dar el golpe de timón que el equipo necesitaba y, a pesar de unos últimos resultados que han vuelto a sembrar las dudas, en su concienzudo trabajo hay que confiar para que la nave consiga salir a flote. Eso sí, muchas son las cosas que aún hay que mejorar dentro de un equipo que ni colectiva ni individualmente ha respondido como de él se esperaba.
El rendimiento ofensivo del equipo ha sido bastante bueno a lo largo de todo el curso, siendo la fiabilidad goleadora (31 dianas y solo dos partidos sin marcar) la principal seña de identidad de un conjunto que, en cambio, ha naufragado gravemente a nivel defensivo, sobre todo en el arranque del curso.
Los errores monumentales han sido una constante a lo largo de la primera fase de la competición y ni siquiera la llegada de Granero ha conseguido desterrar esos fallos que tan cara factura han pasado, sobre todo ante equipos de nivel inferior que con un gol han puesto en jaque a los albiazules, que se han dejado una catarata de puntos en esos compromisos en los que partía como teórico favorito.
Esa mala nota colectiva viene marcada por el escaso rendimiento que han ofrecido varios jugadores que debían haber dado un salto de calidad al bloque. El nivel de jugadores como Dani López, Óscar Rubio, Azkorra o Javi Rubio no alcanza, ni de lejos, lo que de ellos se esperaba y un futbolista que el año pasado marcó diferencias como Casares no ha sido ni la sombra de sí mismo. Si a eso se le une una plantilla corta y una alarmante plaga de lesiones, el cóctel es mortal.
En el lado positivo de la balanza hay que situar al bloque de jugadores que continuaban de la pasada campaña. Los Geni, Jito, Moya, Indiano y Salcedo siguen a un elevado nivel. A pesar de su bajón en los últimos partidos, la presencia de Sendoa resulta desequilibrante, mientras que Lázaro y Luis Prieto representan la regularidad. Tras muchas temporadas con problemas, el Alavés ha encontrado un seguro de vida en la portería con Rangel, mientras que las notas más agradables las han protagonizado los jóvenes, ya que tanto Fachan como, sobre todo, Quintanilla, han ofrecido un alto nivel.
Llega ahora el momento de saber definitivamente si se puede recuperar a Gallardo, así como de acoplar a Palazuelos y Meza Colli y seguir rastreando el mercado en busca de alguna nueva incorporación que sirva para reforzar el equipo de cara a una segunda vuelta en la que la necesidad de mejorar es evidente.