vitoria. Cuando concluyó el partido de Anduva y los jugadores del Deportivo Alavés echaron las maletas al coche para disfrutar de las vacaciones navideñas, no faltó quien se lamentara de que el parón liguero llegara justo en el momento en el que el equipo que dirige José Carlos Granero parecía haber adquirido su mejor nivel competitivo. Desde luego, el combinado albiazul cuajó uno de sus mejores partidos para poder tumbar a un rival como el Mirandés, que por entonces aparecía como el único invicto de las categorías nacionales (1ª, 2ª y 2ª B) del fútbol estatal, pero su historia reciente invita a contemplar con relativa preocupación este tipo de recesos. Al Alavés, al menos desde que regresó al pozo de la categoría de bronce, le sienta muy bien el turrón.

Tanto hace dos temporadas como la pasada, el combinado albiazul regresó de las vacaciones navideñas con las pilas cargadas y obtuvo una victoria en su primer compromiso del año. Hace dos temporadas, todavía con Javier Pereira al mando de las operaciones, el triunfo llegó en tierras gallegas, ante un rival complicado como el Pontevedra, que a la larga acabaría convirténdose en el verdugo del equipo albiazul, al que dejaría en la última jornada de Liga sin opciones de disputar el play off de ascenso. Hace un año, por contra, el contrincante al que el Alavés superó, también a domicilio, fue el Zamora, al que los pupilos de Miguel Ángel Álvarez Tomé superaron por dos goles a uno. En ambos casos el triunfo supuso el primer resultado positivo de una racha en la que no habría sitio para las derrotas.

El primer choque de 2010 se disputó sin apenas tiempo para digerir las uvas. Fue un 3 de enero, domingo, y supuso un enorme soplo de aire fresco para un equipo que ya se encontraba acuciado por la necesidad en los estertores de la primera vuelta. El equipo de Javier Pereira se impuso en Pasarón gracias a un tanto de Cristian Castells en un partido que no pasaría a los anales de la historia por su calidad. Fue el resultado lo mejor que pudo extraer el combinado dirigido por el entrenador pacense, por entonces ya bastante cuestionado, en el duelo ante un Pontevedra que de la mano de Pablo Alfaro ya apuntaba buenas maneras futbolísticas.

El Alavés, que antes del parón ya había sumado dos empates, encadenaba de esta manera su tercer partido sin conocer la derrota. Aún le aguardaban cuatro más (Izarra, Lemona, y los filiales de Osasuna y Celta), que le permitirían arrancar 2010 sin hincar la rodilla. Pero con sólo un triunfo y cuatro empates el paso del equipo albiazul resultaba demasiado dubitativo como para pensar en pelear con los rivales directos por asegurar una plaza para optar al ascenso, como a la postre sucedió.

Ya con Tomé en el banquillo, hace ahora un año, el Alavés estrenó de mejor manera el año 2011. Aún más temprano que el ejercicio anterior, el 2 de enero, llegó la reanudación competitiva, en este caso en el Ruta de la Plata. Esparza adelantó al Alavés a los 40 minutos de juego, pero Akinsola igualó la contienda con apenas un cuarto de hora por delante. Cuando el choque parecía abocado al empate, apareció Geni para lograr un tanto que devolvería la confianza al equipo albiazul y supondría el inicio de una fenomenal racha de tres victorias (después caerían Caudal y Osasuna Promesas) consecutivas para arrancar el año en la zona alta. Es el espejo en el que se mira el actual plantel albiazul, que puede repetir este sano ritual desde el sábado.