el número de entrenadores de fútbol, como bien se sabe, es muchísimo mayor que el de plazas existentes. Por este motivo, en cuanto un entrenador empieza a desprender un cierto tufillo de agonizante ya hay encima de la mesa de la directiva correspondiente un sinnúmero de currículos. Por eso, es muy fácil sustituir a cualquier entrenador. Y en el caso del Alavés no iba a ser menos. Nadie es imprescindible en ningún trabajo. Y menos aún en el de entrenadores de fútbol, que se cambia a los inquilinos de los banquillos muy fácilmente. Tampoco sorprende a nadie la prontitud con que se ocupan estas plazas que quedan vacantes. Espero que en la situación que nos ocupa, la sustitución de De la Fuente, la rapidez con que se ha producido no esté reñida con la serenidad y seguridad de la que hay que hacer gala en estas circunstancias. Porque otro error puede ser definitivo. No obstante, en nuestro caso, parece que el secretario técnico tenía muy claro a quién tenía que fichar. Y esto me da tranquilidad de ánimo. Tras la destitución de Luis De la Fuente, que ya ha firmado el finiquito, el futuro del nuevo dueño del banquillo alavesista, José Carlos Granero, parece prometedor después de la holgada victoria de ayer en La Balastera. El nuevo entrenador, desde que comenzó su andadura el miércoles pasado, ha intentado en los entrenamientos previos al encuentro ante el Palencia levantar la moral de su equipo. Lo haya conseguido o no, es difícil que, tomando como referencia el encuentro de ayer, pueda ser suficiente muestra para corregir las debilidades que han motivado el cambio de entrenador. El Alavés necesitaba una victoria como reconstituyente moral y el rival, un punto en los últimos cinco partidos, parecía el más idóneo para conseguirla. Y la logró ante un Palencia muy mermado también, no solo por las bajas que se han ido produciendo a lo largo de los últimos días sino porque para el minuto nueve ya se había quedado con diez y con el marcador en contra. Después, solo con controlar al débil conjunto palentino y aprovecharse de sus regalos fue suficiente. Aun así, en el segundo periodo, muy relajados por lo abultado del marcador, concedieron algún que otro acercamiento con cierto peligro que no llegaron a concretar por su propia incapacidad. Como ya anunció Granero en la víspera, no se produjo una revolución en el once inicial. Por tanto, la responsabilidad recayó en casi los mismos jugadores que habían actuado una semana antes con De la Fuente. Sea por la presencia de Granero recordándoles los conceptos básicos o sus ideas de juego, sea porque la evolución de los parámetros psicológicos de este nuevo Alavés invita al optimismo, el encuentro de ayer ante el Palencia demostró algunas cosas novedosas que no originales sobre el juego alavesista. La primera y más importante consistió en que el Alavés jugó de inicio con dos delanteros para no dar ventaja a los rivales desprendiéndose de dos delanteros de calidad contrastada. De esta manera, los albiazules consiguieron cinco goles y grandes dosis de moral para los partidos venideros.
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