El gol, la capacidad para conseguir al menos una diana en cada una de sus comparecencias, había sido hasta la fecha la virtud más reseñable de un Deportivo Alavés con más puntos negros que habilidades en su curriculum. Esa facilidad para conseguir al menos un tanto por comparecencia era la que había tapado los evidentes problemas defensivos de este equipo en la mayoría de sus apariciones, pero el Albacete fue capaz de desconectar ayer el gran peligro albiazul, dejando al conjunto vitoriano con su casillero goleador a cero por primera vez en lo que va de temporada.
No consiguió marcar El Glorioso porque apenas dispuso de oportunidades para hacerlo. Había planteado Luis de la Fuente una alineación titular huérfana de los principales referentes ofensivos, al quedarse Indiano, Sendoa y Geni -amén de los lesionados Javi Rubio, Casares y Azkorra- fuera del once titular. Con una apuesta por fortalecer el centro del campo con dos jugadores de mucho despliegue físico como Lázaro y Quintanilla; con un lateral como Fachan reubicado como extremo derecho; y con Jito como único punta respaldado por un Luisma que estrenaba titularidad, no rebosaba el cuadro alavesista de capacidad ofensiva.
Pese a ello, fue en la primera parte cuando disfrutó el Alavés de sus mejores oportunidades, aunque todas y cada una de ellas llegaron en jugadas a balón parado y en acciones que fueron realmente extrañas. Así, con apenas dos minutos disputados Luisma estuvo a punto de sorprender a Miguel con un gol olímpico que estuvo cerca de materializarse solo segundos antes de que el Albacete sacase provecho del único saque de esquina de que dispuso en todo el partido, y que encima fue inventado por el árbitro, para conseguir el gol que acabaría siendo definitivo.
Las otras dos acciones en las que el balón fue directo a la portería albaceteña también fueron a balón parado. De nuevo el mediapunta cántabro exhibió su portentoso disparo y en una falta escorada a la izquierda desde el centro del campo, que se envenenó dando un bote en el área, golpeó con su poderoso disparo en el larguero. Posteriormente, Salcedo a punto estuvo de conseguir también embocar en la portería de Miguel un gol olímpico, pero el meta albaceteño fue capaz de atajar su disparo.
Esas tres fueron todas las oportunidades de que disfrutó el Alavés en la primera parte y, por desgracia, también acabarían siendo toda su cosecha a lo largo de los noventa minutos. Las entradas en el terreno de juego de Indiano, Sendoa y Geni en la segunda parte hicieron albergar un cambio en la eminente tendencia inofensiva del equipo de Luis de la Fuente, pero lo cierto es que el Albacete consiguió asentarse defensivamente a través de incrementar su posesión del balón y las acciones de ataque albiazules se esfumaron casi por completo.
Las llegadas por las bandas se convirtieron en la principal apuesta, pero en esos momentos de necesidad Sendoa, otrora desequilibrante e imparable, demostró que las molestias en la rodilla le están pasando factura. Las llegadas alavesistas morían en las proximidades del área ante la contemplativa actuación de un Miguel que en la reanudación ni siquiera tuvo que sufrir en las acciones a balón parado al tener su equipo mucha más posesión de balón y cometer muchas menos faltas. Encontró el Albacete el antídoto para acabar con el veneno del gol alavesista y anular de esta manera su instinto goleador, todo su veneno.