Segovia. No hay paños calientes que valgan. Avelino Fernández de Quincoces bien podría haber echado mano ayer de Miguel de Unamuno para citar su memorable venceréis, pero no convenceréis del que el próximo miércoles se cumplen setenta y cinco años. Es indudable que el Deportivo Alavés consiguió ayer la victoria en Segovia, pero no es menos cierto que las sensaciones mostradas fueron tan malas o peores que las que ha venido ofreciendo en los últimos partidos. Por eso mismo, la continuidad de Luis de la Fuente en el banquillo alavesista sigue en entredicho y solo una serie de buenos resultados, unidos a una evidente mejoría en un fútbol en la actualidad nefasto, pueden evitar un final que ahora parece evidente visto el triste devenir del equipo a lo largo de las últimas semanas de competición.
El presidente se reunía a pie de césped nada más acabar el partido con el directivo Rafa Pedreira y el director deportivo Dani Barroso. Sobre el verde de La Albuera, y varias llamadas de teléfono mediante, las caras y los gestos no eran los de aquellos que disfrutan de una victoria. El triunfo y los tres puntos eran innegables e, incluso, el propio presidente se encargaba de recordar que la jornada había resultado muy positiva. Ganando en Segovia, el Alavés escalaba seis puestos en la clasificación hasta situarse precisamente en la sexta posición y se quedaba solo a dos puntos de distancia del play off, recortando de la misma manera otros dos puntos a un Mirandés que no pudo pasar del empate en su visita a Logroño. Pero, pese a ello, las nefastas sensaciones trasladadas por el equipo no habían pasado por alto para el presidente.
La situación después del partido sigue siendo la misma que había antes, aunque queda claro que el equipo dejó escapar una muy buena oportunidad de revertir el guión y ponerlo más a su favor ante un oponente que, de no mediar milagro, va a pasar serios apuros para conservar la categoría. Lo que es evidente es que un tropiezo en Albacete el próximo miércoles, y eso significaría no clasificarse, llevaría aparejado la destitución de un entrenador al que a cada partido parece presentársele una nueva oportunidad de conseguir que su equipo varíe su rumbo.
No hay más vuelta de hoja. El miércoles va a encontrarse el Alavés con un oponente de su potencial dentro de una competición, la Copa, que es muy importante para el club. Si ahí falla, si deja de nuevo pasar la oportunidad de dar un giro radical a su situación en el estadio Carlos Belmonte, será la directiva la que se encargue de dar ese golpe de timón que sirva para que El Glorioso reaccione definitivamente.