Han pasado tres días desde el fiasco ante el Zamora, ¿cómo está?
No es la situación ideal, pero todos sabemos que este tipo de cosas se pueden dar. Yo estoy muy fuerte, más todavía que antes del partido. Estoy muy motivado y confío ciegamente en las posibilidades de este equipo. No era una situación deseada empezar así, pero en nuestro análisis éramos conscientes de que no iba a ser fácil y de que nos iba a costar ponernos en marcha. Es un proyecto completamente nuevo de la cabeza a los pies, hemos cambiado el 80% de los jugadores, el cuerpo técnico es nuevo, hemos tenido problemas de incorporaciones tardías y también la desgracia de ciertas lesiones que han roto la estructura del grupo. Si todo eso lo metes en una coctelera, el resultado son problemas. Sabíamos que nos iba a costar y es lo que está sucediendo, pero creo que con los dos puntos de la Arandina y los dos del Zamora, que no es algo descabellado, hablaríamos de otra cosa. Es la cuenta de la lechera, pero a nosotros nos vale porque son detalles que sirven para seguir confiando.
¿Qué sintió el domingo cuando una parte mayoritaria de la grada de Mendizorroza coreó su dimisión?
No es agradable vivir una situación así, pero soy una persona muy fuerte. Estaba a lo mío. Escuchas cuando hay una pausa, pero no me influyó. Lo sentía por los jugadores porque se podían descentrar y salirse del partido. A la grada no le puedo decir nada porque ha estado siempre con nosotros. Ha sufrido mucho en los últimos años y ese grado de desilusión y disgusto lo tiene que trasladar de alguna manera cuando ve que las cosas no se ponen como uno desea. A la grada sólo podemos pedirle que siga apoyando como lo ha hecho todos estos años porque este club va a estar en Primera muy pronto.
Queda la sensación de que después de ese partido ya se pone todo muy en contra de su figura y que cualquier fallo va a llevar acarreadas las protestas contra usted.
Lo único que valen son las victorias. ¿Cómo vas a pedir al público que no demuestre su desilusión si no ganas? Si encadenamos dos o tres victorias consecutivas, porque ganar es ineludible, y va todo bien, al final me sacan un villancico por Navidad. No me sorprende la reacción del público, lo que me preocuparía es si te siguen cantando esto si entramos en una dinámica ganadora. Vamos a ganar cinco partidos consecutivos a ver qué pasa. Si ocurre eso y se repite, igual hay que pensar que no les caigo simpático y ya está. Pero primero vamos a ganar cinco partidos consecutivos y poner al equipo donde tiene que estar.
¿Cree que por venir del Athletic existen ciertos prejuicios?
No, no y no. Yo me retiré como jugador en el Alavés y siempre lo he dicho muy orgulloso. Siempre me sentí muy querido en Vitoria, tengo muy buenos amigos, por la calle la gente me anima mucho y me siento muy apreciado. Creo que dejé un buen sabor de boca porque en el último año de mi carrera creo que me comporté como un buen profesional.
¿Le han podido pasar factura los nervios a esta plantilla?
Hay jugadores que vienen de otros equipos que no son el Alavés. Son futbolistas muy buenos, no tenemos duda de ninguno porque eran los mejores en sus equipos, pero esos equipos no eran el Alavés. Ese proceso de adaptación, convivir con una ciudad donde hay ocho mil espectadores todos los domingos, con un campo de veinte mil de Primera División y con una prensa que está hablando todos los días del Alavés no es fácil para determinados futbolistas. Tienen que adaptarse y acostumbrarse porque no hay más vuelta de hoja. Yo les digo que compren periódicos y que los lean, porque es bueno, pero que no lean nada sobre ellos. Eso sí, aquí el primer responsable de que esto funcione soy yo y por eso pido tiempo. Esto va a pegar un giro. Yo confío en el equipo y en mis posibilidades: estoy muy fuerte y muy seguro, aguanto todo lo que tenga que aguantar y más. El trabajo que estamos realizando es bueno y no me cabe duda de que esto va a pegar un giro en cualquier momento y sólo cabe esperar que sea inmediato. Estamos intentando transformar una gran plantilla en un gran equipo y para eso necesitamos tiempo. ¿Qué tiempo? Pues hasta diciembre no, claro está, porque ni voy a aguantar yo ni va a aguantar nadie.
Al final del último partido estuvo reunido con Josean Querejeta y Avelino Fernández de Quincoces...
Pero es algo que ocurre siempre, en todos los partidos. En los dos meses y medio que llevamos juntos siempre he recibido todo su apoyo. No hay ni un ápice de duda. Me vieron fuerte. Si ven en el patrón la más mínima duda, apaga y vámonos, cogemos el salvavidas y nos tiramos todos del barco. No es el caso. Tengo las ideas claras, aunque sé que eso sólo lo mantienen los resultados. Llevo veinticinco años en este invento y sé cómo funciona, pero que todos tengan la absoluta tranquilidad que mientras yo sea el entrenador del Alavés vamos a dejarnos la vida por conseguir que este proyecto tan espectacular sea una realidad.
En este sentido, ¿ha notado en el entorno del Alavés una presión y un estado de ansiedad especial?
El Alavés es el Barcelona o el Real Madrid de la Segunda B y la exigencia es máxima. Eso sí, no se puede perder el norte o no ser consecuente con la situación en la que estamos. El Alavés ha vivido unos últimos años con muchos problemas y ahora está en Segunda B y cambiar esta situación lleva un tiempo. El aficionado ve el estadio que tenemos, una historia espectacular, un ambiente futbolístico que es único y tienes ganas de rebelarte contra la realidad, que nos dice que estamos en Segunda B y que si llevamos ahí tres años es por algo. Todos tenemos que ver lo que hemos hecho mal, pero las urgencias no pueden llevarte a dar pasos distintos a los que tenías previstos o darlos más rápido. Hay que tener la tranquilidad suficiente para no equivocarnos.
Tiempo, tiempo y tiempo. ¿Siente que su tiempo en el Alavés se puede acabar el domingo?
Es que si no ganamos... Lo único que nos mantiene en el puesto a los entrenadores son los resultados. Lo que te echa es el resultado. No conozco a ningún entrenador que no gane y se le mantenga. Lo tengo asumido y por eso mi planteamiento es de inmediatez. El domingo. No quiero saber nada del miércoles. Existe el domingo. No tengo ningún reparo en trabajar con esta urgencia. Igual ganas un par de partidos seguidos y eres el rey del mambo cuando tres semanas antes estabas en la picota, pero es la ley del fútbol. Por eso no me sorprende ni me crea más tensión. Sólo pienso que vamos a ganar el domingo. Lo que suceda después, si no se gana, pues ya veremos. Ahora sólo puedo pensar en ganar el domingo.
Esta polémica en torno a usted puede pasarle factura al equipo.
No, porque me he encargado de transmitirles que estoy más fuerte que ellos. Les traslado todos los días confianza y tranquilidad. Ellos no tienen que ver en mí la más mínima duda porque no la hay. Aquí el más fuerte soy yo y ellos sólo tienen que preocuparse de jugar. No tienen que estar pensando qué va a pasar con el entrenador. Veo lógico que la afición esté así, lo que no sería lógico es que pasase si fuésemos primeros. Vamos a ganar tres o cuatro partidos y si siguen cantando eso será que no les gusto. El público tiene todo el derecho a expresar sus sentimientos porque bastante se le ha pedido ya. No le vamos a pedir que comulguen con ruedas de molino.