EL mundo del fútbol es una enorme pirámide en la que los que habitan en su cúspide viven revestidos del oro que la cubre y deslumbra a cuantos desde fuera la observan. Al igual que las antiguas construcciones egipcias, la parte más elevada disfruta de los mayores lujos mientras que, a medida que se acerca al suelo, se convierte en mucho más terrenal. Los inquilinos de la zona VIP son de sobra conocidos por todos. Sin embargo, se trata únicamente de unos pocos privilegiados. Mientras, por debajo, muchos más llevan una existencia bien diferente. El Deportivo Alavés se encuentra en estos momentos bastante más cerca de estos últimos que de los primeros.

Sin embargo, como casi siempre en esta vida, todo depende del prisma desde el que se observa y las comparaciones suelen ayudar a disfrutar de una perspectiva sensiblemente más ajustada. En este sentido, el duelo del próximo domingo en Mendizorroza frente a la Arandina es una excelente oportunidad para que El Glorioso -y especialmente sus profesionales- tomen conciencia de los entresijos que esconde el interior de la pirámide.

Y es que la mera condición de profesionales, poderse dedicar única y exclusivamente a rendir al máximo de sus posibilidades cada siete días en un terreno de juego, es algo prácticamente desconocido en el club castellano. Más bien al contrario, lo que se estila por allí son las peonadas. Porque sus integrantes tienen bastante más que ver con jornaleros que con estrellas.

Quizás el caso que mejor ejemplifica esta condición es el de HéctorCarrasco Rojo. Por ese nombre probablemente sólo le conocerá su familia pero si añadimos el apodo de Pacheta sin duda será identificado por mucha más gente. Pues bien, este delantero -sobrino del exfutbolista y actual entrenador del Oviedo que responde al mismo mote- que el pasado día 9 cumplió los treinta años es la principal referencia ofensiva del próximo visitante del Paseo de Cervantes.

A sus espaldas arrastra un intenso currículo de experiencias siempre dentro del perfil más modesto del balompié. Por eso, asume sin problema alguno las diferencias entre las dos entidades que se van a encontrar en Mendizorroza. "No tiene nada que ver un equipo con otro. El Alavés tiene una historia detrás que ahora mismo la Arandina no tiene". Ahora bien, esta circunstancia no le hace perder ni un ápice de ambición. "Cuando salgamos el domingo a jugar será un equipo de once contra once. Ellos ahora están en Segunda B, nosotros también y aunque en principio son favoritos claros a ganarnos les pondremos las cosas lo más difíciles que podamos y sepamos. Eso está claro. En el fútbol ya se sabe que muchas veces no ganan los favoritos ni los que en teoría son mejores equipos que otros. Es cierto que el Alavés puede tener unas cosas que nosotros ahora no tenemos pero con la ilusión y el trabajo que ponemos en todos los partidos hemos demostrado que somos competitivos en Segunda B y que para ganarnos no se lo vamos a regalar", advierte.

horas de coche Y es que Pacheta sabe muy bien lo que es trabajar por un sueño. Durante las dos últimas temporadas ha defendido los colores del Tudelano -el año pasado anotó 27 goles en la fase regular y uno más en la liguilla final pese a perderse varios encuentros por lesión-, en la Tercera División, y en ambas ocasiones se quedó a las puertas del ansiado ascenso a Segunda B en los play off. Pero sin duda lo más llamativo es el esfuerzo que le suponía el desafío de la escuadra navarra.

"Yo vivo en Salas de los Infantes -que es un pueblo que está a 55 kilómetros de Burgos y a 90 de Soria, entre los dos- y tenía 183 kilómetros para ir y otros 183 para volver desde Tudela. Allí, se entrenaba tarde y estaba de vuelta en casa sobre las doce de la noche más o menos. Salía a las cuatro y hasta la noche no llegaba, que para entrenar a fútbol son muchas horas. Para trabajar no, por supuesto, pero para entrenar sí. Pero bueno, lo llevaba bien. Me lo tomaba con tranquilidad y como estaba a gusto no me costaba. Además como era para hacer algo que me gusta como es jugar a fútbol, pues no había problema", recuerda al describir su particular tour.

Por eso, no es de extrañar que el cambio de aires le haya venido bien. "Venir del Tudelano aquí ha sido positivo. Principalmente porque estoy en una categoría más alta y lo segundo porque estoy mucho más cerca de casa. Ahora son sólo 60 kilómetros de distancia y se nota mucho la diferencia", reconoce.

Acostumbrado a moverse dentro del fútbol de madera -Salas, Norma San Leonardo, Calahorra, Numancia B, Logroñés, Osasuna B, Mutilvera, Burgos, Norma San Leonardo, Fundación Logroñés, Oviedo, Los Barrios, Tudelano y Arandina integran su expediente-, el delantero burgalés observa con cierto distanciamiento el circo de las grandes estrellas. "Es otra dimensión y lo que cobran no tiene nada que ver con nuestra realidad pero si lo ganan también es porque son capaces de generarlo asi que...", analiza.

En cualquier caso, prefiere centrarse en su realidad y, en este sentido, el Alavés no se va a encontrar ni mucho menos con un adversario rendido. "En líneas generales estamos bien. El hecho de ser un debutante en la categoría, quieras que no, es un aliciente que no tienen otros equipos y se nota. Seguro que muchos hubiésemos firmado tener cinco puntos a estas alturas aunque, visto lo visto, podríamos tener siete. Pero bueno, los que tenemos son cinco y hay que seguir para delante", apunta.

Pese a su evidente olfato de gol, Pacheta todavía no se ha estrenado esta campaña. "Cuando no marcas siempre intentas buscar razones y el porqué de no haberlo hecho. Sobre todo, si has tenido ocasiones. De todas formas, yo prefiero ganar con el equipo y no marcar yo que marcar y no conseguir los tres puntos", argumenta. En cualquier caso, el delantero tiene su cargador bien dispuesto para esta tarde. "Ojalá que podamos conseguir un buen resultado en Mendizorroza y yo personalmente anotar mi primer gol. Qué mejor escenario. Desde luego, con esa intención vamos". Sería el sueldo perfecto para este particular jornalero del gol.