Irun. No por repetir muchas veces que alguien se está equivocando se llega a la senda del acierto y este Deportivo Alavés se está empeñando en repetir los mismos fallos en todas y cada una de sus comparecencias. Una, dos y tres. Osasuna, Real Sociedad y Real Unión. Empate, victoria y, al final, derrota. Ante un equipo de nivel, y el irundarra lo es, los errores se pagan y el cuadro albiazul se ha cansado de equivocarse en el mismo tipo de jugadas en este arranque de curso, las que le toca defender cuando el rival pone en marcha sus acciones de estrategia. Los tres goles anteriores en contra habían llevado el sello del balón parado y lo mismo ocurrió anoche, con la desazón añadida de que al cuadro de Roberto Olabe no se le bate con un par de chispazos de la clase con la que este Glorioso había sobrevivido hasta ahora. Y eso que el conjunto vitoriano tuvo sometido a un Unión al que no supo apuntillar y que se recompuso a base de aprovechar los errores defensivos de un equipo que desapareció en el último tercio del duelo. Primera y dolorosa derrota del curso por culpa de esa tendencia de vivir sobre el filo de la navaja.
Con un corte del equipo un punto más defensivo con la entrada en el pivote de Quintanilla, lo que supuso el billete para el banquillo a Javi Rubio y un adelantamiento de metros para Indiano, arrancó el partido con sustos varios el cuadro albiazul por culpa de su escasa efectividad para cerrar las bandas. Tanto por derecha como por izquierda percutió el Real Unión aprovechando que Óscar Rubio y Dani López no acertaban a cubrir sus espaldas.
En la primera de las acciones de peligro irundarras, el colegiado dejó de ver una clara falta de Rangel. Posteriormente, el guardameta albiazul dio una muestra de sus reflejos bajo palos con una mano antológica a disparo de Angulo. Tampoco a la tercera pudieron abrir el marcador los txuribeltz, ya que Jules Pardo, con todo a favor, acabó disparando fuera.
Aunque las acciones eran aisladas, lo cierto es que el paso del partido recaía por completo en las botas irundarras, ante un cuadro albiazul que solo destacaba a la contra e intentaba generar ocasiones a balón parado. Lo bueno es que habiendo grandes cocineros, y en este equipo los hay de sobra, cualquier migaja puede convertirse en el mejor manjar.
Y cuando de cocinar goles se trata, Sendoa ha demostrado ser el particular Arzak alavesista. En los fogones de Ibaia se había cocinado durante toda la semana la receta de la estrategia y el vizcaíno le dio su toque maestro en un saque de esquina. Un regate, un toque sutil, una peinada de Prieto y la llegada de Quintanilla para que casi todo el Stadium Gal se atragantase, mientras el alavesismo se relamía.
A partir de ese momento, en el minuto 35, el equipo de De la Fuente disfrutó de un tramo final de la primera parte en el que bien pudo haber apuntillado al conjunto de Roberto Olabe, al que le comenzó a pasar factura, tanto a nivel mental como físico, la mochila de negatividad que se ha echado a la espalda en el arranque de la temporada. Tuvo la puntilla en su mano, la oportunidad de poner el aderezo perfecto, pero el guiso se acabó pasando de punto.
Tras disfrutar Azkorra y Geni de dos claras ocasiones de poner la guinda al triunfo, el Alavés se vino abajo completamente. A balón parado se había puesto por delante el cuadro albiazul y a balón parado acabó cayendo. Quien a hierro mata, a hierro muere. No son novedad los errores defensivos a balón parado, pero tanta repetición empieza a ser más que preocupante. En poco más de media hora, el Real Unión sacó provecho a su acierto. Primero en un saque de esquina, por medio de Seguro, y después en una falta, a través de Eneko Romo. Un error a la hora de despejar, un mal marcaje. Como pasarse de salado o quedarse soso. Fallos de los que cuestan puntos por esa insistencia de vivir sobre el filo cada vez que el fútbol se juega con el arma de la estrategia.