Vitoria. El último día no fue ni siquiera de trabajo para la plantilla del Deportivo Alavés. Ni siquiera pisaron los jugadores el césped de Ibaia por última vez. El paso por el vestuario sirvió para recoger todos los enseres allí depositados a lo largo de los últimos once meses. Bolsas y más bolsas llenas de ropa y botas. Los restos de una larga temporada, algunos conducidos directamente a los cubos de la basura. Porque el verano y las vacaciones suponen también un tiempo para el olvido, para dejar atrás la indefinición que vive el club a la espera de que todo se solucione, en el caso de los que volverán, y en busca de un nuevo futuro para los futbolistas que tienen la certeza de que no tendrán la oportunidad de volver a vestir la camiseta albiazul. En todo caso, la música que habitualmente retumba en el vestuario de Ibaia dejó de sonar ayer, apagada hasta el regreso a mediados de julio.
El que estaba destinado a ser el último entrenamiento de la temporada se convirtió muy pronto en una particular despedida de fin de curso en la que Miguel Ángel Álvarez Tomé fue el primero en subirse al coche con dirección al club para una reunión que no acabó de producirse. Varios aficionados se desplazaron a Ibaia con la intención de fotografiarse con sus ídolos y lo pudieron hacer en el recientemente reinaugurado bar del camping anexo a las instalaciones albiazules. Hasta allí se trasladó la plantilla, a la espera de una llamada desde las oficinas del club que tardó en producirse, para disfrutar de los últimos cafés y refrescos de la temporada en compañía de los que han sido los compañeros a lo largo de los últimos meses.
Los abrazos, e incluso alguna lagrimilla suelta, se sucedieron en esta despedida por etapas, marcada por la prisa de algunos por acabar con los trámites con el club lo más pronto posible para subirse al coche y recorrer los muchos kilómetros que durante todo el curso les han separado de sus hogares, a los que regresan ahora para recargar las pilas.
La tristeza de la despedida se mezclaba ya con la incertidumbre por el futuro que viene por delante. La preocupación por la situación en la que se encuentra el Alavés es evidente entre la plantilla y los más pesimistas auguraban la posibilidad de que nada cambie, de que todo siga igual cuando toque regresar dentro de un mes. Eso siempre y cuando se haya cumplido antes con los pagos.
Antes de ese regreso, o de iniciar una nueva etapa lejos del Alavés, algunos tendrán por delante un inicio de vacaciones un tanto ajetreado. Son los casos de Javi Casares, Joaquín Calderón y Óscar Rico, quienes tienen reservado el primer día de julio para pasar por el altar y se aprestan ahora a completar los últimos preparativos. El resto, mientras, ya piensa en la desconexión completa. La música ya no suena en Ibaia.