Vitoria. La historia reciente del Deportivo Alavés entronca sus raíces en el suelo húmedo y fértil de Galicia. Un terreno que el Deportivo Alavés abonará de nuevo el próximo domingo cuando a partir de las 19.00 horas se vea las caras con el Lugo con el billete para la última ronda del play off en juego. Los aficionados albiazules que opten por coger el autobús camino al Ángel Carro revivirán los kilómetros y el paisaje que sus predecesores contemplaron de cerca hace apenas un par de años. Si antes, y en dos ocasiones consecutivas, fue Vigo el escenario en el que los vitorianos rieron y lloraron a partes iguales, ahora será su ciudad vecina la encargada de dirimir el futuro inmediato del conjunto alavesista. Galicia, quién si no, ejercerá de víctima o verdugo para la escuadra dirigida por Miguel Ángel Álvarez Tomé. La balanza quedará entonces desequilibrada, al menos hasta que el destino una de nuevo a gallegos y vitorianos en una nueva contienda. Hace ahora dos años, un Alavés moribundo se adentraba en el pozo de la Segunda B con un duro mazazo que nadie esperaba recibir. La categoría de plata vivía sus últimos compases con la disputa de la 40ª jornada. Restaban sólo tres encuentros cuando, acompañados por una ilusionada marea albiazul, los Igor Martínez, Óscar de Marcos, Javi Guerra y Kalderón se plantaron en Balaídos dispuestos a regresar a casa con un triunfo, como ya habían logrado la pasada campaña. Sin embargo, la escuadra dirigida por Javi López -tercer técnico en una convulsa temporada en la que también pasaron por el banquillo Manix Mandiola y Salmerón- cayó 2-1 en un partido en el que al tensión se cortaba con un cuchillo.

El duelo discurrió igualado hasta los diez minutos finales (1-1). De repente, un joven surgido de la cantera albiceleste, Iago Aspas, golpeó a los alaveses con un gol en el tiempo de descuento que empujaba directamente a los albiazules hasta la Segunda B. Aunque aún restaban dos jornadas por disputar, el Alavés descendía virtualmente en el mismo terreno de juego en el que antes había salvado los muebles. El Celta, que también luchaba por la salvación, consiguió la permanencia a costa del Glorioso, que en esta ocasión no tenía en sus filas al principal responsable de haber mantenido al equipo en la división de plata justo un año. Desde la distancia, Toni Moral lamentaba la suerte de los que habían sido sus compañeros. Un año antes de descender, Vigo había mostrado un rostro diferente para los intereses albiazul.

Remontada en 2008 Corría un 15 de junio de 2008 cuando la capital pontevedresa recibía la visita de una flota de quince autobuses procedentes de una esperanzada capital alavesa, dispuesta a recorrer sin atisbo de cansancio los 650 kilómetros que separan ambas ciudades. El viaje no fue en vano, y los cientos de alavesistas que se desplazaron guardarán siempre en su retina los tres goles con los que el equipo de Salmerón hizo estallar de júbilo a sus sufridos seguidores, que acabaron si uñas después de que el Celta abriera el marcador en el minuto 9 con un gol de Canobbio. Pero David Aganzo, Gabri y finalmente Toni Moral finiquitaron los nervios al imponerse por 2-3 en el estadio vigués. En aquel momento nadie presagiaba que, lo que en ese momento eran lágrimas de alegría, se convertirían en llanto apenas un año después en el mismo escenario.

En realidad, la relación entre el Deportivo Alavés y los equipos gallegos se extiende más allá de las dos visitas de los vitorianos a Vigo. La temporada pasada, sin ir más lejos, Mendizorroza vestía sus mejores galas para celebrar la clasificación del equipo para la fase de ascenso. Con un estadio a rebosar, la tarde se torció de forma inexplicable cuando el Pontevedra, que también se jugaba el billete para el play off, se adelantó en el marcador con un gol de Iván Espadas en el minuto 15. Impotente de cara a portería pese al apoyo de una grada entregada, el Alavés dejó escapar la primera oportunidad de pelear por el retorno a Segunda poco después de que Alfredo Ruiz de Gauna tomara las riendas del club del Paseo de Cervantes.

Pero el matrimonio entre el Alavés y Galicia no estaría completo si en 2006 la relación no hubiera vivido el primer episodio el 13 de mayo de 2005 con el Deportivo de La Coruña de actor principal. Aquel día, el cuadro albiazul consumó su adiós a la Primera División pese a ganar en Mendi al Superdepor por 1-0 en la última jornada de la 04-05. El gol de Rodolfo Bodipo en el minuto 78 no fue suficiente por culpa del triunfo in extremis del Espanyol ante la Real Sociedad. La fortuna le fue esquiva al cuadro vitoriano. El domingo, la suerte tendrá oportunidad de devolverle lo que entonces le quitó.