el órdago que ayer lanzó el grupo inversor que encabeza Josean Querejeta supone el desenlace menos deseado para la enquistada historia de amor y odio que han protagonizado en las últimas semanas los llamados a tomar las riendas del Alavés y los rectores de Caja Vital. Aunque aún existe algún resquicio de esperanza para que se retomen los contactos pese al comunicado remitido ayer desde las oficinas del Buesa Arena, poco o nada sorprende este final. Desde que comenzó esta película, ambas partes adoptaron unas posiciones que apenas han variado y en las que el tutelaje de la Diputación se antojaba crucial para ultimar un acuerdo.

El Baskonia había fijado cuatro condiciones explícitas para acceder al accionariado del Alavés. Una vez cerrado el pacto con la familia Ruiz de Gauna, anunciado públicamente hace una semana, sólo restaba alcanzar un acuerdo con Caja Vital para la obtención del crédito de dos millones con los que, unidos a los 2,5 millones de inversión previos, el grupo de Josean Querejeta pretendía disponer de la liquidez necesaria para poder sanear definitivamente las cuentas, acabar con las deudas pendientes y comenzar a trabajar de cero. Pero el mayor escollo para este plan de rescate del club vitorano, contra lo que se pensaba, apareció en la sede de la entidad financiera.

De poco ha servido la mediación política de los dirigentes provinciales de PNV y PSE, con supuesto peso en los órganos directivos. La comisión de riesgos denegó en su día la concesión del crédito, amparándose en la insuficiencia de los avales presentados por Querejeta y sus socios, y no se ha movido un ápice de su posición. Mientras que todo el alavesismo aguardaba semana tras semana que la Comisión Ejecutiva de la entidad financiera tratara el asunto del préstamo al Glorioso, jamás se volvió a debatir desde aquella primera vez.

"Caja Vital Kutxa utiliza unos criterios profesionales y técnicos, estrictos y rigurosos, a la hora de acordar la concesión de un préstamo con cualquier empresa o particular", justificaba su posición la entidad, que a última hora de la tarde de ayer se sumó al rosario de comunicados y envió el suyo propio para tratar de esquivar la responsabilidad del fracaso en las negociaciones que le atribuyen tanto el Ejecutivo foral como el Baskonia.

En su misiva, Caja Vital recuerda que siempre ha mantenido "una estrecha colaboración con el Deportivo Alavés y con los diferentes equipos que lo han gestionado", pero al parecer no existe tanta sintonía con los que parecían destinados a tomar el relevo. En el fondo del asunto subyacen diferencias previas entre la entidad provincial y Saski Baskonia que tienen que ver con el cambio de patrocinador del equipo de baloncesto y la colocación de publicidad en el Buesa Arena.

De una u otra manera, la negociación -más allá del control parental de la Diputación- nació viciada. En realidad, ambas partes se han reunido cara a cara en una única ocasión, que se produjo el pasado viernes ante la evidente urgencia que comenzaba a cobrar el asunto.

Y ahí quedó patente que la entidad de crédito provincial en absoluto estaba por la labor de modificar esos "criterios estrictos y rigurosos" -en su comunicado de ayer apeló incluso al control del riesgo exigido por el Banco de España-, a pesar de que esta vez sí que hubo un cambio sustancial en el planteamiento de los avales por parte del grupo inversor.

Como confirmó ayer en su nota el Baskonia, los socios de Querejeta que se reunieron con los rectores de Caja Vital en la sede de Salburua se ofrecieron a avalar con bienes personales el 50% del préstamo, un millón. En aquel encuentro no se encontraban presente el presidente de la entidad, Carlos Zapatero, que desde el principio se ha echado a un lado e imcomprensiblemente ha cedido todo el peso de las conversaciones a los técnicos, así como tampoco estuvo su director general, Joseba Barrena.

Ahora la situación es ya definitivamente límite. Son muchos los alaveses que defienden la rectitud con la que está actuando Caja Vital, pero también muchos los alavesistas que se sentirían defraudados si la entidad financiera acaba convirtiéndose en el verdugo definitivo del Alavés. Sobre todo si se tiene en cuenta que sus hermanas Kutxa y BBK inyectaron cantidades muy superiores a los equipos de sus provincias cuando lo precisaron. La diferencia entonces es que el dinero fue a fondo perdido, no se trataba de créditos.