la conducta humana resulta muchas veces de lo más sorprendente. El perro del hortelano, dicen, ni comía ni dejaba comer. El ser humano, muchas veces, con tal de que el otro no sea feliz o que no obtenga algo que a él no le hace falta, es capaz de hacer cosas insospechadas. Unas veces puede actuar de manera inconsciente, otras de manera taimada, pero siempre dejando muestras de su manera de ser.
Parece que lo lleva en la sangre, como si fuera algo genético. Al final de todo, el perro morirá por inanición, que es lo menos que le puede ocurrir. La situación del consejo de administración del Deportivo Alavés, desde hace ya mucho tiempo, no tiene ningún sentido. Están sin estar estando. No realizan ninguna actuación que lleve a mejorar su condición porque, sencillamente, no están en disposición para ello, pero ahora tampoco están por la labor de facilitar la entrada de unas personas que, por fin, se han comprometido públicamente a presentar un plan de viabilidad para la entidad.
Como el perro del hortelano, ni termina de trabajar ni deja que lo hagan los demás; ni llega a todo ni permite que los demás tengan opción. El presidente, como cualquier otro profesional y como empresario que es, tiene el derecho a escoger su destino e intentar sacar el máximo beneficio de su inversión. Pero también, como empresario que es, debiera saber que unas veces se gana y otras se pierde. Y ésta tiene toda la apariencia de lo segundo. Lo peor es que en este afán de lucro fácil no se siente satisfecho por la propuesta recibida por parte de los que desean entrar y pretende exigir el pago íntegro de lo supuestamente invertido y, además, recibirlo inmediatamente porque, si no, tampoco va a permitir que los otros intenten remediar el caos en el que está envuelto el club.
Habría que recordarle sus palabras en las que aseguró que no iba a ser un obstáculo cuando llegara algún inversor dispuesto a tomarle el relevo al frente del club. Que no se iba a agarrar a la poltrona porque ésa no era su intención. A la hora de la verdad, las palabras se las lleva el viento y ahora actúa movido por el interés económico personal. Asimismo, los que tienen intenciones de hacerse cargo del club exigen que su aterrizaje esté libre de cualquier obstáculo, que todos los caminos estén expeditos. Así que, de este modo, todos piensan en los posibles pingües beneficios que les pueda reportar y nadie parece recordar que el perjudicado de esta terquedad será el Alavés al que todos ellos, aparentemente, dicen procurar su bienestar.
Con la mejor voluntad por parte de todos, esta situación tendría que haber quedado resuelta hace mucho tiempo. Tampoco el equipo, ya en el tema deportivo, anda fino, y ayer en una jornada propicia para recortar diferencias con sus rivales no pudo doblegar a un débil conjunto aragonés que no hizo más que aprovecharse de nuestros errores. Cuando alguien no aprovecha sus oportunidades o tampoco deja que otros lo hagan, lo normal es que reciban una buena lección. La primera la recibieron ayer. La segunda…