El abultado alud de goles que el Deportivo Alavés regaló el domingo a sus aficionados todavía colea en las conversaciones de los seguidores albiazules. Muchos de ellos eran apenas unos niños cuando se produjo la última goleada en Mendizorroza, un ya histórico triunfo por 8-5 frente al Real Unión de Irun en 1994. Por aquel entonces, dirigidos por el recientemente fallecido Txutxi Aranguren, los Serrano, Codina, Tito, Mújika y compañía recibían en el estadio del Paseo de Cervantes a su inmediato perseguidor en la clasificación. Los vitorianos, líderes en la tabla en una campaña 94-95 que acabaría cristalizando en el ascenso, empezaron el choque ganando 2-0. Pero lo que pensaban que estaba a punto de convertirse en un plácido triunfo no era sino el inicio de una tarde que pasaría a los anales del cuadro alavesista. Un choque, declarado día del club, que aún hoy en día algunos de sus protagonistas recuerdan como si fuera ayer. Uno de ellos, Alfonso Subero Tito, ahora entrenador de porteros de Álvarez Tomé, se convirtió el domingo en el único protagonista presente en las dos últimas goleadas.
"Recuerdo que ese año éramos un equipo tremendamente ofensivo, con las bandas muy abiertas y dos delanteros. Acabamos metiendo ciento y pico goles", rememora Tito, uno de los pocos hombres que aquel 30 de octubre de 1994 no estaba del todo satisfecho por lo acontecido. "Para un portero, recibir cinco goles en tu casa es algo que nunca olvidas. Además, en aquel Real Unión estaba Berruet, que después sería jugador del Alavés, y siempre bromeábamos al respecto. Te metimos cinco goles y ni aún así os ganamos, me decía", explica el guardameta que llegó de la mano de Aranguren, recordado en un emotivo minuto de silencio el domingo frente al Peña Sport. "Tuve la suerte de tenerlo tres años y él fue quien dio el visto bueno a mi fichaje por el Alavés", asegura un Tito que guarda un recuerdo imborrable del que fuera su entrenador. Algo en lo que coincide su entonces compañero Lluis Codina, autor del último gol de la tarde, el 8-5 definitivo, en el minuto 92 de aquel partido. "Txutxi era una persona muy alegre, aunque ese año no tuvo muchas oportunidades para enfadarse porque perdimos muy pocos partidos", sostiene el delantero catalán entre risas antes de aseverar que "después de aquella victoria todo el vestuario era consciente de que habíamos vivido un momento irrepetible en nuestra trayectoria".
"Fue un partido muy intenso, con los tres últimos goles en el tiempo de descuento. Nos empataron a dos y luego nos pusimos 3-3, 4-4, 5-5... Era un encuentro de ida y vuelta", apunta Tito. "La verdad es que las defensas no estuvieron muy acertadas aquel día", ironiza por su parte Codina, actualmente segundo entrenador del líder del grupo II, el Mirandés. "Este Alavés tiene mucha pegada y muchas cosas parecidas al equipo que teníamos nosotros esa temporada", dice el que fuera ariete albiazul durante cuatro años. Su entonces compañero de taquilla conoce de primera mano cómo se encontraba ayer el vestuario en el día después del 7-1. "Cuando ganas no hay que sacar pecho ni bajar los brazos cuando pierdes, pero está claro que los jugadores salen muy reforzados tras la goleada. Pero seguro que los rivales nos van a tener un poco más de respeto a partir de ahora, al menos un poco más del que ya nos tenían", incide el preparador de porteros, sorprendido por la diferencia de goles vivida el domingo en Mendizorroza: "Antes había más diferencia entre los equipos en la preparación física y eran más normales estas goleadas, pero ahora mismo incluso los equipos no profesionales están muy bien preparados físicamente y cuesta que bajen los brazos". Ahora, probablemente los seguidores albiazules deban esperar unos años para revivir semejante aluvión de goles.