Vitoria. Ya es de sobra conocido que la derrota del Deportivo Alavés en Anduva el pasado domingo supuso que el combinado vitoriano dejara escapar el liderato que había tenido entre las manos durante aproximadamente dos meses. Una situación negativa pero entendible si se tiene en cuenta la entidad del adversario -el Mirandés de Carlos Pouso está firmemente instalado en el tercer peldaño de la tabla y se ha convertido en una sólida alternativa al poder establecido- y el escenario de la contienda. Sin embargo, lo que no resulta tan explicable es la voltereta que ha experimentado la clasificación como consecuencia del particular descenso a los infiernos albiazul.

Y es que, si reducimos la estadística a lo sucedido en las cuatro últimas jornadas, nos encontramos con el mundo al revés. Porque el plantel de Miguel Ángel Álvarez Tomé, lejos de aparecer en las primeras posiciones que ha frecuentado durante todo el ejercicio, es el segundo peor equipo de todo el grupo. Con un pírrico balance de dos puntos conquistados sobre los doce posibles, únicamente la casi desahuciada Peña Sport -que ha sumado un empate- presenta un expediente peor.

Sin duda un dato revelador que ayuda a comprender por qué la situación actual del Glorioso es mucho menos desahogada que hace apenas un mes. Aunque factores externos, como el arbitraje por ejemplo, pueden tener algún grado de influencia en ello, lo cierto es que la crisis de resultados no puede considerarse ya un hecho aislado sino que debe ser considerado una tendencia a la que hay que poner fin lo antes posible.

Pérdida de contundencia Resulta obligado por lo tanto realizar un análisis exhaustivo que permita encontrar las claves de esta evidente merma del rendimiento albiazul. Una muy clara -quizás la principal- que se puede extraer con un simple vistazo a los números del equipo es que ha perdido gran parte de su contundencia en ataque.

La enorme pegada ofensiva que había mostrado hasta ahora el combinado de Mendizorroza le había permitido sobreponerse a situaciones comprometidas y sacar adelante duelos en los que había comenzado por detrás en el marcador. Y es que durante gran parte de la temporada los discípulos de Miguel Ángel Álvarez Tomé han acreditado una media de prácticamente dos goles por encuentro.

Sin embargo, la puntería parece haberse esfumado en los últimos tiempos de las botas de los jugadores alavesistas. Así, en las cuatro jornadas más recientes únicamente han sido capaces de perforar la portería contraria en dos oportunidades. Es decir, un promedio de 0,5 tantos por choques.

Esta sensible reducción del acierto en ataque no se ha visto compensada con una mayor seguridad defensiva. Más bien al contrario, el equipo ha continuado acusando los problemas que les han lastrado desde el inicio del ejercicio y ha encajado cuatro goles en otros tantos compromisos. Como resultado, una crisis que ha costado ya el liderato y que debe concluir este domingo.