Vitoria. Hacía tiempo que había conseguido domar su caracter pero, tras lo sucedido el pasado domingo en Anduva, Miguel Ángel Álvarez Tomé no pudo más y estalló. De esta manera, la rueda de prensa posterior al encuentro en el que el Deportivo Alavés encajó su sexta derrota de la temporada -y, como consecuencia, cedió el liderato del grupo al Eibar tras ocho jornadas instalado en lo más alto- se convirtió en una contundente llamada de atención sobre el trato que está recibiendo la escuadra albiazul por parte del estamento arbitral. Sin elevar el tono ni perder las formas pero exponiendo con la máxima crudeza su visión de la situación, el técnico leonés concluyó que los colegiados no respetan lo más mínimo al Glorioso y que, muy al contrario, le "ningunean" de manera continuada. No es la primera vez que el preparador alavesista realiza una argumentación similar en la presente temporada pero probablemente sí es en la que con más vehemencia ha manifestado su sentir.
Pero Tomé no recurrió únicamente a los sentimientos para apoyar su discurso. El máximo responsable del banquillo de Mendizorroza se ayudó de los datos y, aprovechando una de las acciones clave del choque frente al Mirandés, colocó el foco sobre los lanzamientos de penalti. Un elemento del reglamento que prácticamente se considera en peligro de extinción en el vestuario del Deportivo Alavés.
El mejor ejemplo de ello son los dos últimos encuentros de Liga, en los que los adversarios de turno han cometido claras faltas dentro del área que los árbitros prefirieron obviar dejando esas acciones sin su merecido castigo. De esta manera, el pasado domingo Geni recibió una contundente patada cuando un futbolista del Mirandés trataba de despejar una pelota y se encontró con su pierna que debía haber supuesto la señalización de los once metros. Con las tablas iniciales todavía en el marcador, el escenario del encuentro podría haber cambiado sensiblemente. Sin embargo, el colegiado Adrián Lixandru pasó por alto la infracción y poco después el local Pablo Infante logró el tanto que desequilibró la contienda. Siete días antes, algo parecido había sucedido en Mendizorroza con Javi Casares como protagonista. Con ventaja todavía en el marcador (1-0) sobre el Palencia, el menudo extremo andaluz fue objeto de una clara falta dentro del área de castigo pero, lejos de señalar el punto fatídico, el colegiado hizo la vista gorda y ordenó seguir el juego. Lo que sucedió después, desgraciadamente, está en la memoria de todos los alavesistas.
La excepción Estas dos situaciones podrían considerarse una casualidad y producto de la mala suerte pero lo cierto es que sucede más bien al contrario. Así lo demuestra el hecho de que, en las veintiocho jornadas de Liga que se han disputado hasta el momento, el combinado albiazul únicamente haya disfrutado de un lanzamiento desde los once metros a favor. Sucedió en La Muela en el decimocuarto compromiso de la campaña, fue transfomado por Morcillo, supuso el 1-1 provisional y fue el primer paso para terminar haciéndose con los tres puntos.
Este demoledor balance -el Mirandés ha anotado cuatro, el Eibar tres y el Real Unión únicamente uno también- es, entre otras cosas, lo que ha llevado a Miguel Ángel Álvarez Tomé a elevar la voz con fuerza. Y es que no deja de sorprender que el máximo goleador del grupo, que promedia un tanto cada 55 minutos de juego y pisa con peligrosa frecuencia el área contraria solamente haya podido lanzar una pena máxima.
Pero más curioso todavía es que esta austera estadística no se repita cuando lo que se revisa son los penaltis en contra. En este caso los colegiados sí han demostrado buena visión y pulso firme castigando nada menos que con cinco lanzamientos desde los once metros a los discípulos de Tomé. Por no hablar de las expulsiones, de las que el Deportivo Alavés se ha convertido en un asiduo. En definitiva, que parece claro que el estamento arbitral no está siendo precisamente un aliado albiazul en la presente temporada.